Miguel -igual tan propio- con esa mismidad que dan los años, saluda a la señora banca del parque, en cómplice silencio.

Igual que yo, que usted, la conjetura: ¿A que nos da por hablar con los objetos?; ¿A que decirle hola al esqueleto de un simple mueble que se encuentra en un parque?.

Quizás la frecuencia y el apego al mismo sitio, nos hace confundir el propio cuerpo del entorno; y es entonces el mismo entorno el que nos adopta; ahí en donde nosotros somos un objeto más del paisaje.

En esos quizás el tiempo es otro; ese otro tiempo que no es el nuestro, sino que somos de él, somos en tanto se va siendo, esta persona que esta acá, el jardín y usted que me lee.

¡La otra banca, gracias!