Carlos es un contador aficionado a la escritura y a la literatura, tiene la suerte de poseer una de las cuentas más importantes del país, es decir, trabaja para el empresario más exitoso, controversial y rico del país,
X (no vaya a ser que alguien se ofenda y me pegue un balazo). Esa noche de noviembre se encontraba frente a su computador buscando inspirarse para escribir alguna ficción, pero no se le ocurría nada y dejó todo preparado como para hacerlo, se paró, encendió la televisión y se encamino al sillón con el control remoto en una mano y una taza de té en la otra. Miró los canales de actualidad, ninguno transmitía nada, cambió a uno que transmite las noticias las 24 horas, -¡se robaron un banco y mataron a dos de los cajeros!- dijo el locutor con una música muy divertida de fondo. Siguió cambiando de canales, zaping. Ve a un sujeto dándose de golpes con otro, cambia de canal, hay una viejita que empuña un revolver
y exige que le paguen su jubilación y le sigue avanzando al control. Mira el reloj del living y lo cronometra con el suyo, es decir con el de él. Continúa mirando y se aburre, cambia nuevamente, una escena hot, dos cuerpos entrelazados se dan guerra entre sabanas que se caen, se les ve todito y como que le da cosita, echa un vistazo para ambos lados y le cambia. Mira una de abogados un rato y luego se ve inspirado, se para, apaga la televisión, se dirige al computador y escribe su mejor ficción, el titulo: “Declaración fiscal impositiva 2006 de X”
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