Las cuerdas desean mis viejas rondas 
que me fraccione en remedios estériles, 
quieren apresurar el mortífero rojo intenso, 
quieren ahogarme en murria lenta, 
hacerme estría del brillo 
entre el cauce de la mafia filosa,  
convertirme en protoplasma lunar 
asqueroso, enfermo… 
 
las cuerdas que me mutilan  
me sientan frente al vorágine de los espejos 
camuflándome de mi muselina negra  
-la que tanto odio, como siempre quise- 
Perturbándome con tal de pasar sobre la inercia, 
sin mil cuestiones, con mi cicuta cervical, 
sin mis recelos fundiéndome, 
espinándome en el cóccix, 
cascándome en la cien 
de tanta mierda hecha nudo en mi pulpa… 
 
es que la escarificación me amenaza con salvarme 
me huele de cerca las venas, 
sonríe de mis vasos vacíos, pendeja, 
tirotea con mis dedos y… 
 
intentos grises, 
intentos grises, 
sólo detalles del lapso y la sodomía juntas 
 
estamos lejos de estar muertos, 
sólo soy culpable de morderme las uñas, 
mordérmelas todo el tiempo, 
por decir -automutilación con frenesí-   
y no soy más culpable que el culo del génesis 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
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