Esa angustia de no saberte inquieta me heló la vida ...te me habías quedado dormida... y caí en ese infinito instante que quiebra las vértebras del sosiego vo lviéndonos títeres del desquicio al admitir la cruda posibilidad de reencontrarme con tu última inocente sonrisa... ahora hecha cristal.
Texto agregado el 20-06-2007, y leído por 129 visitantes. (3 votos)