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En estos días debe estar partiendo otra expedición a El Salado. Otros muchachos ya debieron haber sido convencidos por algún Montero de visitar su pueblo, los Montero son la eminencia soñando para aquello de ilustrar.
En la urbanidad la pobreza se caracolea en donde vacacionar y el rancho suena a lugar ignoto a pequeño paraíso a aventura...

El garrotero pegó un grito que hizo desadormilarnos hasta a los que estábamos utilizando el excusado como compartimiento especial. Se detuvo el tren y entre botellas de cerveza, bolsas de fritangas y ropa hecha bola, la cruda y la niebla nos impidieron ver bien las trazas del pueblo y no bajarnos.

El pueblo al amanecer es como un puercoespín echado.
El sol va erizando el polvo; el aire juega a poner remolinos en los lugares menos pensados.
El jacal de los Montero se abre metiendo la mano por una rendija de la puerta; las carabinas oxidadas que guardan en una caja con cadena y candado ya no disparan; en la cama, aparte de toda la tierra del mundo hay alimañas; una serpiente hizo un pozo en el lugar donde hay una tabla que se utiliza de mesa.
“Es que hace mucho que no venimos a dar una vuelta, desde las otras vacaciones...Vamos a visitar a mi tío Rufiano y a mi tía Macrina, verán como los primos nos llevan de cacería, ellos deben saber donde está hoy por hoy mejor la campeada”.

Encontramos a su tío Rufiano sentado en una mecedora, almorzando.
-A qué muchachos, pues que vienen a buscar para acá, no hay nada…No mi’hijo tus primos andan p’al otro lado ganando dólares. Pero ya mero es temporada que vienen y entonces sí se pone bueno.¿Cómo está tu papá? ¿Ya se curó?
-Ya está mejor tío.
-Vayan a comprarse con Severo un kilo de huevos y unas tortillas para que Macrina les prepare un almuerzo luego que venga de atender al padrecito; aquí ya ni gallinas tenemos, no conviene, se mueren por el calor y la sed. Andan crudos verdá. A qué muchachos.

La tarde es como sería el abrazo de un oso.
Sin poder soportar el sofocamiento en los caminos nos metimos al tendajón de don Severo que también es cantina. Ya instalados en bancas hechas de pedazos de árbol el ayudante de don Severo nos sirvió unas cervezas como se sirve el café recién salido, así de calientes. Pensábamos dos veces para darle un sorbo a aquel líquido; cuando se desocupó don Severo vino hacia nosotros, talvez adivinando nuestro desencanto.
-¿Qué pasa muchachos, de visita? Aquí hay poco que ver, pero sí hay; pueden ir a ver la finca de Chicano, las figuras de arena que están a la salida del pueblo.-Y con una risa que casi era carcajada-. Montero los llevas a visitar al filósofo de la sierra, puede que les guste escucharlo.-Después se puso serio y sin esperar respuesta se fue a atender a otro cliente.
Montero apuró el último sorbo de su cerveza a la tierra mientras nos decía: -Vengan vamos al consultorio de Chicano para ver quién está enfermo en el pueblo, y para que vean como cura con el poder del Niño Fidencio.
-Hola muchachos, qué tal Montero, ya veo que todavía no se te quita ese gusto por el peyote,se te ve en la mirada lejana pero picada de un brillo especial.
-Chicano era un tipo maduro robusto; decía Montero que le decían Chicano porque de joven había recorrido la unión americana y parte de Europa. Al regresar puso su consultorio de medicina alternativa y depués empezó a curar con el poder del Niño Fidencio.
-Ya no hay por acá peyote, vino la policía rural y arrasó con las bisnagas, es que ya era muca gente acampando en los alrededores del pueblo,pareciera que quisieran hacer una ciudad pero sólo en los fines de semana; unos eran gabachos,otros de Canadá y hasta de Alemania venían, yo platicaba con todos ellos y sabían más de los rituales y del pueblo huichol que mucha gente de aquí que se dice conocedora…Les puedo hacer unas limpias económicas a tus amigos aprovechen ahora que no tengo pacientes que atender, aquí hay mucho mal de ojo, ya verán, si traen dinero, claro, se sentirán aliviados hasta de la cruda que se cargan, si no llévalos con el filósofo de la sierra, a lo mejor y vuelven otras veces por allá.-Ysoltó una carcajada.

La noche es la rata de monte asechando con sus ojos brillantes y royendo.
-Rufiano, ya encorralé las cabras.-siéntate médico, aquí están mi sobrino y sus amigos de la ciudad.
-Sí, pero no quisiera molestar, estoy oyendo mi programa en el radio y trae las baterías nuevas.-Yo creo que no les molesta médico, a lo mejor también les gustan esas canciones que taca tu aparato, dizque de rock…Este médico siempre ha tenido ideas extrañas, un día se llevó un libro a la sierra, donde pastorea a las chivas, quesque para estudiarlo, pero ni sabe leer, luego de muchos días bajó con el libro diciéndole al que se encontaba que trataba de medicina, hasta que Chicano le tuvo que decir que ocupaba aquel libro que se lo vendiera…Pero desde que la avioneta que se estrelló en la sierra iba aventando cosas y él se encontró ese aparato ya no pide más pago por el pastoreo que pilas, o baterías, como él les dice... Ya verán les platicará muy bien del filósofo.-y soltando una carcajada, le palmeó la espalda a médico.- ¿No es cierto mi amigo?-El médico sólo bajó la cabeza, y sin decir nada siguió escuchando muy atento una canción de los Apson.

La madrugada es la liebre con sus orejas pardas escuchando los pequeños sonidos del pueblo.
La silueta que se aproximaba parecía que era oculta de pronto por los remolinos de tierra y luego aparecía, el médico se despedía montando su bicicleta rumbo a la sierra (ya habían interrumpido la programación del radio esa noche)-A’i viene Marcial, le diré que aquí está uno de los Montero le dará gusto saludarlos…-¿Qué pasó Marcial, qué andas haciendo?.-La estoy buscando, algún día tengo que dar con ella.-¿Con quién Marcial?-No sé su nombre, la mujer de blanco que un día me salió de una lumbre allí por las vías del tren, me dijo que tenía un tesoro enterrado ay por el lado donde estaba la acequia, pero que teníamos que desenterrarlo un martes y después huirnos;pero antes que se llegara el día me pasó el accidente, tú ya sabes cual Montero, del petardo que me tronó en la cara por andar jugando aventarlos a los pasajeros del tren y por eso estuve varios días que no sabía de mí, hasta la gente me dice que ya creían que me iba a quedar retrasado,no sé si tú alcanzaste a ver eso antes que te fueras Montero.- Sí, Marcial que por cierto la que se enfermó fue tu novia María,que decían que le habías pasado el susto y después la dejaste sin ninguna consideración; te acuerdas que luego se dedicó a coleccionar zapatos y entraba y salia de su casa con tacones de un color y de otro y preguntaba si se le veían bien hasta que terminó en las esquinas y en la plaza preguntando si se le veían bien sus tacones y sin conocer ya a nadie preguntaba a diestra y siniestra al viento.- Ni siquiera a mí Montero, cuando la quise juntar porque me dio cosa que los puercos la hicieran encanijar diciéndole María tacones hasta a mí me tiro de pedradas y por eso casi no salgo en el día; además lo que me importa es encontrar a esa mujer de las vías con la que aquella noche me fui muy abrazado y luego se desapareció por el lado de la tienda de Severo; tu debes haber conocido a Severo, aunque no es de aquí ya tiene mucho viviendo por acá, ese que vino a curarse con el filósofo de la sierra de unos ataques que le pegaban cuando era soltero y que le prohibió a Manuelillo de con qué o como se había curado. Si ves a la mujer tú o si la ven tus amigos no se asusten nomás vayan a avisarme para saber por donde buscarla.
Toda esa noche no dormimos don Rufiano llegó cerca del amanecer con la carreta de bueyes cargada de muebles nuevos pero golpeados; a nosotros se nos cargó el deseo de regresar a nuestras casas la próxima tarde que pasara el tren de pasajeros…No hay nada, ni liebres grandísimas, ni caballos casi alados, ni comida con la que por lo menos no nos moriríamos de hambre…
La mañana es una gallina clueca que junta pollos propios y ajenos.
En la mañana fuimos a comprar una docena de huevos y un kilo de tortillas, en el almuerzo don Rufiano le dijo a su sobrino que si ya nos veníamos del pueblo no dejara de llevarnos con el filósofo de la sierra, que todo visitante de este pueblo pasa por allá.
Al encaminarnos para la sierra, nuestro amigo nos explicó que según la historia Manuelillo siempre había sido de ideas extrañas, que el pueblo un tiempo lo tuvo por malo, incuso lo llegaron a golpear, pero juntó su rebaño y se fue a la sierra, allí fortaleció esas ideas extrañas al punto que después lo consideraron desquiciado ; pero luego un día llegó Severo y Chicano lo mandó con Manuelillo y a otros tantos que según Chicano sufrían los mismos males y todos venían curados pero sin decir el remedio; y cuando llegaban a preguntarle al filósofo les decía que le hicieran una pregunta, la más importante de sus vidas…Y así quedó la tradición; el único del pueblo que viene seguido con Manuelillo es médico,dicen que porque tiene muchas preguntas del mundo o porque al final son iguales,de ideas extrañas.
Nuestro amigo nos invitó que pensáramos una pregunta que le quisiéramos hacer al mundo…
Entramos uno a uno en un cuartito como a setenta metros del jacal de Manuelillo; el cuartito estaba bien arreglado, había un cántaro de agua, botellas de diferentes licores, un taburete y una cama nueva y acolchonada…El que salía de nosotros después de su turno iba enmudecido sólo balbucía “el que sigue” con cara de extrañeza o risa o enojo…Tuvimos que regresar al pueblo por nuestras pertenencias; nos enteramos que la policía federal buscaba a unos ladrones del tren de carga y por lo mismo se había retrasado el tren de pasajeros. Estuvimos varias horas muy calladitos esperando el tren para por fin salir de ese pueblo, hasta que uno de los compañeros rompió el silencio y me preguntó:”¿Qué pasó en aquel cuarto?”.Nada, le dije dudando,nada; Manuelillo me dijo: “A ver bribón” y me agarró los huevos.

Texto agregado el 20-06-2007, y leído por 98 visitantes. (0 votos)


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