Entonces el tipo quiso ser escritor. No porque amara el arte, sino porque era un cagón. Alguna vez había escuchado aquello de que “un escritor es un asesino que mata con la pluma…”. Y el quería matar a todo el mundo. A todos los que le hacían la vida imposible. Pero no tenía valor, o lo que comúnmente se llama “huevos”. Por lo tanto se decidió a escribir. Entonces mato a la mujer, a la suegra, al gato que molestaba a su perro y también a su jefe. Todo eso con la palabra. Y le resultó tan fácil que le fue tomando el gusto. Tanto gusto le tomó que se convirtió en un asesino serial. Hacia hasta tres series de cuentos. Todos de asesinatos.
Salpicaba sangre con cada nueva línea. Y adquiría con cada trazo experiencia en el arte de la muerte
Pero además de cagón era mal escritor. Sus cuentos, además de sangrientos, eran malísimos. Por lo que se decidió un buen día a plagiar a otro escritor.
Ahora esta preso. El cargo: asesino presunto en ocasión de robo.