Un par de brazos

Se que tu alma, tibia y clara, me mira a los ojos con temor a creer, a aferrarse, a entregarse, que mis brazos, pequeños y abiertos, no te son suficientes para hallar la vida... por eso debes saber de mi condición original, pues solo tengo estas dos manos, algo sucias y pecadoras, es la verdad, que te buscan incansablemente entre los sonidos del mar y la noche para que la piel no se reviente; un par de pies fuertes, algo cansados y cortados, que a veces se detienen inconsolables porque no creen en el camino que hay mas allá, pero que sonríen, que siempre sonríen al amanecer cuando llueve y piensan en los peces del mar que navegan incansables por todos los océanos del mundo; un par de ojos, algo tontos e irracionales, debes saberlo, que se enamoran sin remedio del abuelito que canta en el bus con una guitarra vieja, del niño que aprende de la vida en un juego de maras, de la señora que vende esas donas milagrosas en la esquina y de ti, que no salido de un cuento de hadas, difícil y humano, recorres los parques en la noche en busca de magos, duendes y demonios, un par de ojos que además, temerosos y tristes, ven a diario la maldad del hombre; un corazón medio inocente, medio bandido y medio asustado que chapalea inquieto entre heridas, remiendos, odios, magia y oscuridad; una cabeza algo racional, algo cuerda, terca y romántica que cree en la materia, en la justicia, en el ying yang, en los simpson, los centros naturistas y la ciencia; esta historia, esta porción extraña de vida, de instantes, en la que lo único que puedo darte es este par de sueños y muertos, que sé, también son tus amigos, para que los vivas y o los entierres a mi lado por lo que quiera que sea que dure esa palabra “siempre”; y sobre todo, esta alma, tibia y clara, que te mira a los ojos con temor a creer, a aferrarse, a entregarse a tus brazos, pequeños y abiertos, que quizá, no le sean suficientes para hallar la vida...