Deseo detenerme por unos momentos, el grupo me deja atrás y yo espero. Llevamos mucho territorio recorrido, demasiado sin pausa y mucha luz queda en el día.
Oh señor inclemente que todo lo ves, déjame por hoy por favor, abandona tu altar y permite que la dama se siente en él para que los desdichados que pisamos el mundo podamos verla y regocijarnos con su mera presencia. Deja el alto sitial que habitas por hoy y libera a mi ser de tal pesar por favor...
La marcha continúa y no sé hacia donde, me siento desdichado a la sombra de los otros y solo esa luz inamovible que se cierne sobre la oscuridad unánime puede salvarme, solo ella puede desterrar las tinieblas que abruman mi corazón ya que ella misma vive a la sombra de otro. Solo ella entiende mi pesar.
Tres días seguidos de marcha con el grupo y no sé hacia donde voy. No sé siquiera para qué voy. ¿Podría a caso hacer las cosas solo? No lo creo, no soy de esos que sepan, necesito al grupo para vivir. Es triste. Ella también, depende de otro para que su belleza alcance las infinitas alturas que logra. Dista mucho de mi pobre existencia, pero que cercana la veo cuando la oscuridad se cierne sobre mi, su luz brilla mucho más fuerte en mi pecho y siento que su frialdad despectiva que tanto me lastima alcanza mi ser y lo complementa.
¡Oh, dama de plata! Tu belleza es tu supervivencia y la mía es tu belleza, somos la sombra de nuestros hermanos y cuando las luces se apagan nos encontramos más enteros que nunca. La lobreguez ampara mis lamentos y tu cruel existencia les da razón de ser.
¿A caso dura tanto tiempo el día? ¡¿Cuánto más sin verte?!
Así es que seguimos, la monotonía es algo ciertamente devastador en uno, sin mencionar la espera...la espera eterna y la eternidad que espera.
Debo aprender, dulce señora, a esperarte. Sé que te veré. Siempre que necesite la luz te veré, incluso en la más densa oscuridad sé que así será. Pero cómo superar la jornada de espera ¿será por eso que disfruto tanto tu presencia? ¿será por eso que se vuelve tan necesaria tu presencia?
Cada vez que doy un paso mi cuerpo se dobla un poco más bajo el terrible rigor que me somete, por el peso de esta carga me hundo en la nieve y el frío llega a atravesarme.¿y a dónde voy?
Creo que hay un solo rumbo que desearía seguir, pero es tan lejano y tan desafiante el emprenderlo que no sabría lograrlo ¿podría siquiera intentarlo? Sería sólo, de seguro, aunque el grupo fuese conmigo, viajaría sólo. Es un camino de ida únicamente que no puedo transitar con otros, pero tal vez de ese modo podría alcanzarte.
¿Irías conmigo hermosa dama? ¿Irías? no creo que sea esa una posibilidad, sería yo en todo caso el que iría, ya debes estar en ese lugar. La vida es triste cuando lo qué más anhela uno debe partir una y otra vez y regresar con una y muchas caras, pero las anhelo todas, las amo a todas.
El camino sigue y sigue y solo siento que permanezco en el lugar. No me importa lo que hay, lo que falta o lo que necesito, pero debo asegurármelo para poder verte aún por más tiempo. Necesito a los demás, siempre a los demás. ¿No es la dependencia cruel con nosotros? La existencia es dependencia. ¿Y la vida? También, supongo.
A veces todo pierde el sentido. No, no es así, a veces todo puede tenerlo, así parece más correcto.
Siento que seguiremos por siempre el mismo camino tras alguien más que nos somete. ¿Por qué? Por supuesto, porque dependemos, la libertad no existe en realidad, es la ilusión que nos vuelve más prisioneros que lo que somos aceptando esas cadenas y ese yugo.
Hermosa dama ¡Dependemos! Dependo de tu existencia y que arduo vivir sin alcanzarla. Que arduo poder verte solo para perderte y recordarte solo para desesperarme por que aparezcas una vez más. Que cruel es la vida a veces, es difícil, pero a veces supera la crueldad cotidiana.
Las sombras se alargan y la marcha se detiene. Ahora me doy cuenta del hermoso monte nevado, teñido del rojo predecesor al negro. Siento la cercanía de tu belleza infinita, la percibo una vez más. He de separarme del grupo para verte, para recibirte. Sé que me esperarás como cada noche. Bella dama de blanca piel, voy ahora a tu encuentro. Ya voy a tu encuentro.
Sublimes estrellas trae la noche, más no veo a mi hermosa dama de plata que siempre las opaca ¡Desgraciadas ellas también! ¡Viven a su sombra al igual que este triste ser!
¡¿Es que se alejó que no viene?!
¡Ven triste dama! ¡Déjame verte una vez más!
No logro encontrarte ¿a caso no ocupas hoy tu sitial? ¿O es que soy yo el que no lo ve? Salgo a buscarte ahora, busco desesperado tu presencia aunque sea solo para verte desde lo lejos, más lejos que de costumbre. ¡No! No que de costumbre porque no me acostumbro a tu lejanía, sino más lejos que de rutina… ¡Déjame verte!
El grupo quedó atrás, ya no me importa. ¡Malditos los rabiosos! ¡¿Creyeron que se interpondrían?! La nieve queda debajo y la tierra también ha quedado en el pasado. Firme roca, acércame hasta ella, sé cómplice de mi escape y guía de nuestro encuentro.
¡Guíame, roca! ¡Guíame, montaña, hasta ella! Permítaseme su gracia...
¡Oh, hermosa dama! ¡Que grato que oigas mi llamado! ¡Que grato verte! Agradezco a las noches que nos amparan y a tu regreso constante. ¿Qué sería de mí sin tu luz? ¿Cuánto tiempo podría pasar viéndote? ¿Cuánto sin verte? ¿Podría?
Es cierto que aún estás ahí tan superior a mi, pero ya te extraño en estos instantes, porque sé que te irás una vez más.
Un velo parece posarse sobre las estrellas, el astro reclama el altar que ocupas, reclama su reinado.
Qué gran dolor ahora que partes, mi pecho atravesado llora tu ida y anhela ya tu venida. Sé que esta noche volverás a reclamar tu lugar en el cielo, siguiendo a la manada te esperaré y volveré a escaparme para suspirarte en la lejanía. En lo alto de un peñón cantaré y oirás el clamor de mi mayor pena y anhelo.
Oh hermosa dama, me consuela el hecho de saber que volverás a iluminar con tu luz plateada incandescente, así cada noche, y cuando yo no regrese a recibirte, espero que sea por encontrarme ahí, por haber podido al fin recorrer el solitario camino hasta tu lado.
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