Señor rector, profesores y queridos estudiantes de esta Universidad : Hace ya muchos años que no dictaba una Clase Magistral, debido a que me encuentro retirado de la actividad académica, pero por cierto debo decirles que no he podido rechazar el constante pedido del cuerpo docente que me expresaba lo provechoso que sería para los alumnos mi presencia en este campus del saber.
Por años fui profesor y luego me retiré para dictar charlas académicas en todas las universidades del mundo siempre, con la ayuda y consejo de mi amigo, el profesor Boole.
Como sabéis, mi campo es la lógica, y en esa ciencia desarrollé notables teorías que hoy son aplicadas en todo el orbe.
A ver, veamos, de ustedes sobresalientes estudiantes, ¿quién me puede decir lo que es una verdad?... ¿nadie ?... Está bien, no se preocupen, hasta hace poco tiempo persona alguna podía responder a esa pregunta, sin embargo, mi amigo, el profesor Boole encontró la respuesta:
La verdad es la negación de una falsedad.
Ciertamente puedo deciros que aquel postulado dio enorme fama y reconocimiento a Boole, pero de pronto surgió otra interrogante, más compleja aún: ¿Qué es la falsedad de una falsedad?. Nuevamente el profesor halló la respuesta y concluyó que la suma de dos falsedades constituyen una verdad. Pero el mundo científico exigió a Boole la demostración de tal brillante postulado, asunto que demandó, aproximadamente veinte años de investigaciones.
Ambos trabajamos arduamente en la solución del gran enigma matemático y casi todas las tarde me encontraba en la casa del profesor Boole investigando sobre el tema. Como sabéis, el profesor vive en las afueras de la ciudad, villa Las Mascotas, en el 898 de la calle de los Gatos.
Tiene seis hijos, tres varones y tres muchachas, la menor de ellas estudia piano y está constantemente practicando horribles escalas musicales que impiden la concentración necesaria para la investigación matemática. Las otras dos hermanas ayudan a la madre en las tareas domesticas y anhelan ser cantantes de óperas, por lo que no es raro escuchar de vez en cuando, extensas arias, solos y hasta duetos. Yo sinceramente, hubiese deseado que sus hijas fuesen matemáticas, pues de este modo la casa del profesor Boole disfrutaría de paz y silencio, pero bueno, ya no hay mucho que hacer.
Los hijos del profesor tampoco son matemáticos, sino comerciantes, compran y venden animalitos de diversas especies y es por este motivo que en la casa del profesor se pueden ver gatitos, perritos, roedores, pequeños reptiles y aves, sí, aves cantoras que desconocen absolutamente la métrica musical, ni hablar del fraseo ni del acento.
Pero no nos alejemos del tema académico, que es el interés real de esta Clase Magistral,
y respecto a las investigaciones que realizamos, os diré que no obtuvimos grandes avances en varios años, lo que nos condujo a aplicar el teorema a diversas funciones matemáticas, así vimos, con asombro, como las series de Fourier, el teorema de Hamilton y las funciones naturales de tres variables, funcionaban de maravillas con nuestros avances de lógica.
Gracias, gracias, no sabéis cómo aprecio vuestros aplausos.. señor rector, muchas gracias.
Bien, retomando el tema, el profesor Boole y yo decidimos y concluimos que estábamos muy cerca de encontrar la definición y los operadores de la nueva álgebra que revolucionaria al mundo científico. Fue entonces cuando el profesor concluyó que era absolutamente necesario estudiar nuevamente a los filósofos y matemáticos griegos, tarea que realizamos por largo tiempo en su casa, sin poder liberarnos del sonido terrible de las lecciones de piano de su hija menor y del ir y venir de las mascotas domesticas o salvajes.
Y recuerdo una tarde, una tarde histórica para la humanidad. Me encontraba en casa y el profesor Boole se comunicó conmigo, su voz estaba poseída por una delirante emoción, pero aun así pudo declararme :
- Encontré las leyes ¡! – dijo en tono heroico – las he formulado definitivamente.
- Por favor – dije igualmente emocionado – necesito escucharlas de inmediato, son muchos años de estudio, por favor profesor, le escucho.
Y así fui escuchando de sus propias palabras las célebres leyes que daban vida a una nueva álgebra matemática.
- Ley de idempotencia, ley de involución, ley distributiva y asociativa y ley de absorción- decía delirante explicando cada uno de los operadores lógicos - .
- Profesor, profesor – contesto sin poder contener la emoción – he escuchado todas vuestras brillantes conclusiones. Por favor, iré a su casa esta misma noche, no puedo esperar un segundo más para ver su cuadernillo de notas donde seguramente, estarán registradas todas sus teorías.
- Así es amigo mío, no tema usted, cada palabra está escrita con claridad y cada ley ha sido demostrada científicamente.
Tardé dos horas en llegar a la casa del profesor Boole, pues la calle de los Gatos está bastante distante de mi propio hogar. Al entrar al salón principal puedo ver al profesor Boole que se encuentra recostado en un sillón con aspecto fatal. Su esposa y dos de sus hijas lo consuelan pero todo esto no me impide preguntar :
- Profesor ¡ ¿dónde está el cuadernillo de apuntes?, deseo verlo de inmediato.
- ¿El cuadernillo? , ah sí, por cierto, aquí está, tenga usted.
Sin embargo, con asombro, recibo de las manos del profesor un manojo de hojas destruidas, donde no es posible leer cosa alguna.
- ¿Qué le ha sucedido al cuadernillo?, esto no es posible profesor, es el trabajo de muchos años.
- El perrito – contesta él – el perrito.
- ¿El perrito?
- Sí, el perrito de mi hijo mayor. Nunca pudieron venderlo pues es muy travieso y destructivo, su fascinación es destruir hojas, cuadernillos, libros, en fin, usted sabe. Debemos comenzar todo de nuevo, pero tenemos una gran ventaja amigo mío, usted escuchó la descripción total de mi teoría y debe recordarla, solamente tenemos que rescribir todo.
Pues así podéis ver queridos estudiantes, que a veces, la ciencia sufre graves retrasos por motivos ajenos a su inspiración, mas la teoría del álgebra lógica y sus leyes, no podían quedar en el olvido pero he aquí que surgió otro grave inconveniente: Mi memoria.
Y mi facultad de recordar es algo que me preocupa por que según transcurre el tiempo, mi memoria no es capaz de retener los sucesos acontecidos recientemente, es decir, casi no recuerdo lo que sucedió el día anterior. Y es un fastidio, pues a veces no puedo responder a simples preguntas del pasado cercano. Os diré que tuve la genial idea de resolver este asunto escribiendo en un pequeño libro de apuntes, todo lo acontecido en mi vida día a día y ciertamente fue algo inteligente que funcionaba a la perfección hasta que olvidé el lugar donde guardaba el dichoso librito.
Pero a consuelo mío, hay cosas que recuerdo perfectamente, como por ejemplo mi copita de vino al almuerzo, costumbre que adquirí en Francia cuando dictaba Clases Magistrales en diversas Universidades de ese país, No sé por qué pero es algo que nunca olvido y mientras recuerde eso, todo estará bien.
Sin embargo, y regresando al tema académico e histórico, puedo deciros que a pesar de los inconvenientes, mi amigo Boole y yo pudimos rescribir el dichoso librito y aquí lo tenéis.. Sí, este es, mirad a su cubierta, aquí se puede leer claramente...
Lógica, álgebra booleana y sus leyes.
Y ahora os mostraré éste que dice en su cubierta:
Cómo interpretar el álgebra del profesor Boole,
Ciertamente el segundo es de mi autoría y...
Oh gracias, gracias, son muy amables vuestros aplausos, yo aplaudo al señor rector de esta Universidad por haberme invitado a esta Clase Magistral que por cierto, os aseguro, será de pleno provecho para vosotros jóvenes estudiantes y también para los profesores aquí presentes en este magno evento académico.
En honor y reconocimiento al profesor Boole, ha venido esta tarde en su representación su hija menor Elisa Boole quien pronto partirá a Alemania para continuar sus estudios de piano con profesores del conservatorio de Berlín.
Ciertamente la decisión de enviar a su hija Elisa bastante lejos de casa, la ha tomado el profesor Boole debido a que ahora desea investigar la aplicación de su teoría a circuitos eléctricos.
Queridos alumnos, profesores y rector de esta Universidad : He Dicho.
(Aplausos general)
Archivado en la Biblioteca de la Universidad Central de Madrid el 8 de diciembre de 1860.
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