PROSA
Tema: "La Bruja"
margarita-zamudio
“Yo no creo en las meigas, pero haberlas, haylas”, dicen los gallegos, y dicen bien. En los tupidos bosques de Galicia, donde la lluvia viste de verde los campos y la niebla crea figuras ectoplásmicas, existen las brujas. Yo las he visto: ya no visten de negro ni montan en escobas, ni son feas, huesudas y desgreñadas, todo lo contrario, son hermosas, modernas, y nada en su indumentaria o comportamiento las delata. Sólo puede distinguirlas el que conoce a fondo el alma celta de esta tierra. Pero ellas, las verdaderas meigas, no hacen ostentación de sus poderes. Esas, las que lo hacen, sólo buscan un beneficio económico. Por el contrario, las auténticas brujas, procuran pasar desapercibidas, trabajar en la sombra por el bien o por el mal de las personas.
Una de ellas, la de mi historia, vive en un modesto, pero limpio apartamento. Su casa no tiene jardín, pero en cambio posee una terraza tan repleta de macetas cargadas de flores que ha creado un humilde vergel, donde a la sombra de un toldo multicolor se sienta a veces a meditar mientras en la mesita de mimbre reposa una refresco de naranja con cubitos de “hielo”.
Sonia-diremos que es su nombre-guarda en su mente los hechizos, fórmulas, oraciones y remedios con un “candado” de silencio. Por ejemplo: cuando cura los dolores de cabeza, los disfraza de masajes, cuando detiene hemorragias dice que es una pomada especial. Así nadie sabe que son sus manos las que curan, calman y alegran la vida de los que sufren, porque esas manos, además de curar, dan regalos anónimos, regalos de juguete o monedas que aparecen ¡Oh magia blanca! En los buzones de algunas casas.
Sonia es una bruja buena, una meiga que ha conseguido el mayor poder del mundo, la mejor ganancia: es completamente feliz.
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