La noche fue espléndida…una cena digna del mejor restorán …la sobremesa se extendió hasta ver los primeros rayos del sol sobre los cerros, entre miradas de complicidad y ternuras que por el tiempo se hacìan muy notorias. Estábamos ahí, juntos, solos, libres…maduros, y a pesar de eso, y sabiendo que ambos nos necesitábamos, ninguno tomaba la iniciativa….era tanta la necesidad de sentir su apego, su olor, su tacto que habría muerto si no hacía algo….el vino y todo lo que nos rodeaba, llamaba a un encuentro amoroso, pero la timidez que lo caracterizó siempre fue más fuerte, y tuve que tomar las riendas.
Puedo ocupar tu baño?...si claro, pasa por aquí….. la casa tenía el aroma de antaño, sus muros rojizos realzaban aún más su romanticismo y el recuerdo de una infancia deliciosa regresó a mi memoria…
Mientras trataba de restablecer mi conducta etílica dentro del baño, mi pensamiento no dejaba de funcionar en torno a mis hormonas, mojé mi rostro con agua fría y traté de despertar a la lógica del momento. Me sentí tan inquieta, tan ansiosa, tan seducida, que debía manejar la situación, y eso era difícil.
Salí del excusado con la intención de tomar la iniciativa yo, si él no lo hacía, pero al llegar a la sala fueron tan candentes nuestras miradas, que acercándose suavemente y con la clara intención de sobrepasar mi actitud, me tomó por los hombros y suavemente me beso en la frente…ambos reaccionamos al instinto, abrazándonos mutuamente. Sentí su respiración en mi oído, sus labios y su nariz en mi rostro, culminando aquel encuentro en un beso largo y extremadamente apasionado, tierno, fogoso, sensaciones que hacían siglos que no experimentaba, y que ahora ahí , en aquel momento se me revelaban para sentir la dicha tan esperada y buscada durante años.
Abrazados y con una paz increíble, hicimos el amor como dos adolescentes, sus caricias y su ternura me hacían pensar que jamás un hombre había tenido contacto con mi cuerpo hasta ese momento…me sentía libre, armoniosa , bella, joven.
Ambos retrocedimos a nuestros recuerdos más inocentes, a rosar nuestros labios por casualidad alguna vez cuando nos saludamos hacía más de 20 años atrás, a sentir esa felicidad de saber que nuestros abuelos se visitarían y podríamos pasar una horas jugando, a ser niños y recuperar esa inocencia que nos hacía tan puros…tan felices.
Se asomaban los primeros rayos de sol, cuando sentí unos besos tibios sobre mi espalda desnuda…Catalina…despierta!!!!...abrí mis ojos con dificultad, y observe una escena que siempre quise vivir…Amadeus con una bandeja, cubierto solo con una toalla, me ofrecía tiernamente desayuno…una rosa blanca sobre la almohada y un agradable aroma a café recién hecho me invitaba a incorporarme a la escena…la ternura de aquel sujeto era incondicional, extrema, pura…y yo la necesitaba, y se lo hice notar.
Los días transcurrieron como en una película de ensueño, todo era perfecto, bello, grato. Fueron días de felicidad extrema, de caricias llenas de sentimientos, de pasión , de perfecta armonía.
Mis escritos, y los motivos por los cuales me encontraba en ese lugar, habían pasado a segundo plano y tratábamos de recuperar nuestras identidades a como diera lugar, viviendo solo para nosotros. Amándonos, sintiéndonos, siendo felices aún cuando sabíamos que terceros sufrirían por nuestro proceder al enterarse.
Ya habían pasado unas cuantas semanas, cuando mi móvil, intempestivamente vibró y después de unos cuantos segundos, la melodía inconfundible se hizo presente…Hola…como estas…mejor ya?...que pasa contigo?...hemos pasado los días tratando de comunicarnos y tu móvil muerto….que pasa?, estas bién?
No te preocupes….solo quería dedicar mi tiempo a pensar, escribir, acostumbrarme a estar sin Uds.…estoy bien, no te preocupes por mi…dile a los niños que yo los llamaré, que no se preocupen por mi…estoy bien ok?...
Al cortar, sentí una especié de alivio generalizado, aún cuando nuestra relación estaba absolutamente terminada, nuestro compromiso persistía, existían hijos, animales, casas en común que hacían de nuestra relación un compromiso aún formal, pero por nuestras vidas ya no corría el amor de antes, éramos ya dos seres totalmente extraños, que si alguna vez nos amamos, eso ya había quedado el el olvido, pero con heridas que aún no cicatrizaban completamente, y el hecho de no estar ya en casa, hacía que esto fuese menos doloroso.El tiempo decidió que nuestras vidas se encontraran nuevamente y no había que traicionarlo, por lo que decidí tomar mis cosas e irme a instalar a la vieja casa en que habitaba Amadeus.
Juntos recorrimos todos aquellos parajes que alguna vez nos protegió de más de alguna pena,
Nos aferramos al cariño tan esquivo que nuestra existencia necesitaba, para refugiarnos en un amor franco y fuerte.
Mi novela nació de un torbellino de ansiedades, de anhelos a mal traer, pero que de alguna forma sucumbieron al cariño y al reencuentro de dos personajes de ficción que de alguna forma soñamos todos con encontrar algún día.