Manitos blancas casi de color rosa; diría yo, una niña de mejillas oscuras de azulado frió, camina por una tierra que no correspondería, ya que debería estar en cuna de amores con cintas de seda. Una madre la extraña y la llora, ya que fue sacada de su regazo sin compasión. Dos tutores de la maldad la entrenan en el camino del robo, a cambio de una comida fría y añeja. Hoy les cuento la historia de Nieves y Lucero, de tan solo cinco y siete añitos; las dos niñas, solo amigas por necesidad, vivieron en una marginal pocilga por un año, ya que fueron sustraídas de sus hogares para utilizarlas de mil maneras. Creyendo que así seria, la pareja de delincuentes salieron a hacer un “trabajito”. Aprovechando esto, Lucerito secuestrada un mes antes que Nieves, tomo a la pequeña y le dijo que se irían para buscar a sus papitos, ya que son muchas las veces que les golpearon y no debían estar allí. Nieves se alegro mucho a pesar de no entender casi nada, pero con la inteligencia de Lucerito lograron escapar del miserable lugar.
Gracias a Dios corrieron a los cerros en donde encontraron un matorral espeso y firme como cueva de oso, la oscuridad de la noche las obligo a esconderse allí, Lucerito trato de cubrir la entrada con ramas, en eso Nieves comenzó a sentir frió y mucho miedo aun con las palabras de su amiguita no lograba calmarse y confiar.
Así las dos muy abrasaditas vieron el amanecer, cansadas, hambrientas y entumecidas emprendieron viaje a sus esperanzas, luego de caminar unas horas la pequeña se desvaneció cayendo como una diminuta hojita de otoño, Lucerito se sintió temerosa y con mucha tristeza solo decide darle calor y llorar, luego ya sin miedo como si algo le diera la seguridad se levanto y cubrió a su amiga con su haraposo chaleco, camino hacia un árbol diminuto que llamo su atención( por la cantidad de colores y luces en su interior )
Como un verdadero milagro ella sintió que debía comer de esos frutos y lograr que nieves también lo hiciese, regreso y dio a duras penas de comer a la niña, así logro acurrucarse y se durmieron sin darse cuenta de nada.
Por su lado paso un conejo, las miro y siguió, paso un lobo y también las miro y paso, así fue como pasaron muchos animalitos, hasta que llego el turno de un campesino leñador: miro y miro, le llamo la atención, pero siguió, su sorpresa fue aun mas grande ya que lo mismo vio unos pasos mas adelante. Escudriño pero solo sorprendido siguió su camino hasta llegar al pueblo.
Al contar a sus amigos, ellos rieron, y al rato le explicaron pensando en su ignorante vida, que no podía haber en ese alejado cerro dos árboles de navidad en otoño y menos con sus luces encendidas. Furioso el hombre les propone apostarles su ranchito si lo acompañaban y se lo demostraría, después de unos minutos uno de ellos acepto y fueron tantos los que se entusiasmaron que incluso un carabinero y el alcalde se encontraban en ese desconfiado grupo, después de un largo caminar, llegaron al lugar y tan sorprendido como el leñador trataron de limpiar sus ojos, pero aquellos árboles allí estaban, el alcalde se acerco por su cargo junto al carabinero, pero asustados al escuchar una voz, intentan correr . No se asusten! soy yo dijo el árbol, lo que sus ojos ven no es realidad, es un espejismo creado por mi, para proteger a dos inocentes vidas y también para dar paz a dos angelitos permitiendo su partida. Soy un ángel que fue enviado para dirigirles aquí y enseñarles a confiar en los demás, sin los navideños arbolitos eso no hubiese sucedido.
Así quiero; prometan que jamás las nieves se cubran de sangre, ni que se apaguen los luceros, arrodillándose y con los ojos lagrimosos, sintieron extrañados un estruendo, lo que les hizo mirar. Entonces ya no estaba ese bello árbol, y en su lugar dos niñas comenzaban a llorar, las reconocieron, abrazaron y caminaron por instinto casual en busca del otro árbol, allí desapareció ante sus miradas y solo quedo una pequeña tumba con dos cuerpecitos inertes, uno de ellos tenia en su manito derecha un nombre y en la otra un mechón de cabellos.
Abrumados; confundidos el grupo hizo lo que debía, nieves y lucero recuperaron su alegría y fueron apadrinadas por todo un pueblo, que al mes cambio de nombre por “Santa fe” y donde aun se cuenta que los arbolitos a través del tiempo aparecen en la cima de la montaña, donde se pueden ver desde la cárcel como esperando el arrepentimiento de dos almas.
Ayudemos a cuidar todas aquellas manitos blancas estén donde estén. no detengan su búsqueda y mas aun jamás deben perder la fe.
AENYE LOUIS
6 DE 2007.
|