Doblegado y humilde.
Posado en su silencio.
Exclaman: "de rodillas. ¡De rodillas!"
Pie derecho sobre empeine izquierdo.
Halo oscuro detrás del costado herido.
Seco el cuerpo lacerado y deshecho.
Quizá si quiera un hombre parezca ya.
Testa cimbrada.
Un grito: "¡Liberación!". Defección.
Maeso feraz de luminosos astros y del hediondo fango.
En él, el que calla, es.
Tribulación y anhelo: Muerte.
Tan querida, pero viene a matar.
Paraje en el que no podía morar.
Observar, callado, humedad y destrucción.
Antes, el estertor sacro.
Más luego se escurrirá el temor violento del
desentendimiento y la venganza de cautivos.
Sangre derramada y siempre callada.
Olvido del abandono de la memoria.
¿Y en nosotros?
El súbito reflejo de su muerte.
Desenlace: el sueño eterno.
Texto agregado el 16-06-2007, y leído por 206
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
21-10-2007
Como siempre, me dejás pensativo. Muchíusimas gracias. aprendo.***** islero
21-06-2007
Triste desenlace del hombre que entregó su vida, como cordero al deguello. Saludos. morin
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login