Tus manos sobre la guitarra,
Abrasándola como quién consuela a un hijo,
Hablaban de amor.
Guitarra que canta al ocaso
El ocaso que ilumina con tenue luz, el acabar de un día.
Llora tus penas hasta el cansancio,
despoja a tus ojos del desvelo y funde tu llanto en sueño.
Que mañana comienza la vida.
Arrasan tus melodías mi alma,
Pues sienten lo que tu sientes.
Convierten ese viejo cuarto de casona antigua
En las luces de tu escenario.
Y tu brillas bajo ellas.
Te oigo, te siento y te escondes.
Pero eres tu.
Amas la música con tus ojos cerrados,
¿o me equivoco?
Con la mirada con otro mundo,
Y la percepción puesta sólo en el estimulo sonoro,
En el tacto del roce con madera, de las cuerdas.
En esa vibración que te envuelve y atrapa.
Compañera de vida, la guitarra.
No traiciona y siempre vuelve a ti.
No se enoja si la dejas de lado,
O “fallas” tu mejor concierto.
Por más que dejes de tocar,
Sus cuerdas seguirán esperando
El retorno de tus manos... como al amor perdido.
si la música vive en tu alma,
cualquier camino te llevará hacia ella,
te acompañará siempre
y será de sonido tu emoción en el andar.
Como cuando tus manos sobre la guitarra,
Abrasándola tan precisa y delicadamente,
Hablaban de amor.
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