(Para darle sus nalgadas al corazón)
Para descansar de mi mismo he decidido involucrarme en todo y convencerme de nada, hacer de redentor y dejarme la barba. Con malos resultados por supuesto, ya que muchos sabemos que le pasa a los santos.
Para pasar el tiempo me rasco la calva, froto el mentón y entorno los ojos en actitud contemplativa. Busco por horas una verdad, una nomas (y me divierto porque soy incapaz de encontrarla), algunos me miran a los ojos y preocupados preguntan si algo me pasa.
Matar el tiempo resulta complicado ya que carezco de permiso para portar armas y al final soy siempre cobarde. La lucha le hago no lo niego, imagino agarrarlo del cuello, tronarle los huesitos, oírlo suplicante "no lo hagas, no lo hagas por favor" (con el mismo tono que usaba la galletita de Shrek ante el verdugo) "por favor". Sentirme inmisericorde y perforarlo una y dos y tres y cuatro y cinco y seis, ver chorrear sus horas por entre mis dedos. Lo intento deveras, pero el muy veloz siempre corre, saca la lengua, tuerce la jeta y se va. En fin que ademas de pávido soy lento, qué le vamos hacer. El camino del Tantra es taaaan duro. Porque para vencer el ego tengo que dejar el celibato cogerme a mi madre, a mi padre, al gato (y a su mamá también) y seguir siendo un santo.
Por lo pronto y mientras lo decido, me quedaré
levitando entre la fibra de vidrio y el código binario
vigilante.
Quién sabe, tal vez algún día encuentre algo.
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