Como vuelven a la tierra
los frutos nacidos de su vientre
vuelvo a tí curtido por los años y los soles
¡cómo son de espesos los caminos, cuántas vertientes tiene la vida, cuánta longitud
la espera que diluye el aliento y el alma!
Ahora debes andar tres decadas de siglo delante de mí.
Sin embargo en este punto nos cruzamos, porque es necesario recordarnos, sabernos carne de un mismo cuerpo, pedazos esparcidos en la levedad que deja el ocaso.
¿Hacia dónde vamos, hacia que punto nos conduce la vida, y la ciudad que esconde en cada esquina una sorpresa, una muerte para el inocente?
Tú y yo aún podemos hablar de la ternura, de los besos fallidos y de la ultima cita a que acudimos, tú en tu tiempo y yo en el mio.
Podemos recordar el aroma del cafe en las mañanas inundando el patio de la casa, donde mi hermana y yo correteabamos mariposas y lagartos.
Podemos recordar las viejas rondas, y cuánto juego nos dio la dicha de ser niños.
De todo ello podemos hablar
sin ser contemporaneos
Pero aún en la añoranza resulta dificil olvidar este tiempo, el oscuro lunar que dejan los muertos, la abyecta figura del criminal, el sigilo del cuchillo en la carne, el mediodia partido por la angustia, la noche malograda en los abismos. |