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EL HÉROE COTIDIANO


El silencio enmarcó un cuadro de bella factura que el oído no podía ver, pero si apreciar.
El amanecer de un nuevo día le fue a buscar a su habitación y lo encontró como si fuese ropa tendida al sol. Desperezándose dejó que la luz bañase de colores todo lo que la noche había protegido con su oscuro manto. Abrió los ojos y no le extrañó ver que el ambiente, teñido de claridad, le invitaba a diseñar un día a su gusto, a su medida. En la ducha, bajo una cascada de gotas de agua cristalina, su mente navegaba a la deriva entre deseos de acción y aventuras ciudadanas.
Más tarde, mientras sus ojos se bañaban en el reflejo del té, él ya había decidido que hacer con aquel domingo. El periódico le informó sobre lo que quería saber. Terminó de arreglarse y corrió lo más que pudo, pero llegó tarde y eso le recordó el fracaso en su carrera deportiva. Tenía que trabajar durante la semana para ganarse el domingo libre.
De niño, siempre que le preguntaban que querría ser de mayor, su respuesta era la misma, futbolista. ¡Maldita lesión! Pensaba para sí muchas veces. La vida le había privado de poder jugar ese deporte, ahora se conformaba con verlo por televisión.
Momentos antes de que él llegara, el encargado del hotel había informado a todos los seguidores del equipo de fútbol que los jugadores saldrían del hotel por la puerta trasera. La masa humana se trasladó a la carrera. Nadie de los allí presentes quería perderse la oportunidad de ver a sus ídolos en persona. Los más pequeños, papel y bolígrafo en mano esperaban ante la puerta trasera, emocionados, nerviosos ¿conseguirían el ansiado autógrafo?
Le extrañó no ver a ningún seguidor en la puerta principal del hotel. Espero unos momentos pensando que no podía estar equivocado, el diario informaba de la salida de los jugadores por aquella puerta.
Cuando ya estaba a punto de marcharse, apareció la “supermegacrack” estrella mundial, lo miró a sus tristes ojos, más tarde miró sus manos y al ver en ellas una pequeña libretita, el as del balón le dijo:

-Bueno ¿Me firmas o no? No tengo todo el día.
-¿Te estás burlando de mí?
-Nada más lejos de la realidad. Simplemente leo en tus ojos.
-¿Sí? ¿Y qué lees en ellos?
-Más que leer, veo. Veo que eres un héroe cotidiano y por eso quiero que me firmes en esa libreta.
-Ja, ja, ja. Esa si que es buena. ¿Qué te firme yo un autógrafo? Un don nadie. Y eso me lo dice una de las personas más queridas e importantes del deporte rey. Ja, ja, ja aún estoy durmiendo.
-No, no lo estás. ¿No eres tú una persona que trabaja muy duro durante la semana para ganar un sueldo con el que te cuesta llegar a final de mes? Además creo poderte asegurar que no te gusta el trabajo que desempeñas.
-¿Y?
-¿Qué quieres? ¿Qué te firme un autógrafo? Yo, que trabajo en lo que me gusta, suponiendo que el fútbol sea un trabajo y no un juego, y que encima me pagan todo lo que quiero y más. ¿Quieres que te firme un autógrafo? Yo, que me retiraré a los treinta y cinco años y haré lo que me venga en gana durante toda mi vida...Hazme el favor de firmarme ese autógrafo, héroe cotidiano, y en mis horas bajas abriré la libreta y pensaré en lo que tú representas. Eso hará que siempre intente estar al 100 x 100 de mi mismo para y por todos vosotros, los aficionados.
-Si, esa es tú misión, vivir lo que a millones de personas les gustaría vivir, el sueño que es tu vida.

En ese momento empezaron a salir el resto de jugadores del equipo.
-Héroe ¿Cómo te llamas?
-No soy ningún héroe.- dijo.-Auque quizás pude haberlo sido-pensó.-Mi nombre es Roberto Socio.
-¿Me podrías hacer un favor, además de firmarme en esa libreta?
-¿Qué favor?
-¿Podrías pasarte mañana por la recepción del hotel y decir tu nombre?
-¿Para qué?
-¿Podrías?
-Si
-¿Lo harás seguro? Héroe.
-Si, lo haré, pero no me llames héroe, llámame Roberto.
-Como quieras, Roberto héroe, y acuérdate, mañana en la recepción.
-Me acordaré.-Dijo Roberto mientras estrechaba la mano del ídolo de multitudes.
Roberto aprovechó el mediodía del día siguiente para ir a la recepción del hotel. Al decir su nombre le dieron un sobre, lo cogió y salió a la calle buscando un lugar dónde sentarse para leer el contenido. Se sentó en un banco de madera de una plaza cercana pensando en lo que podía contener aquél sobre.
Al abrirlo encontró un talón a su nombre con una cifra mareante de dinero, por suerte ya estaba sentado.
Pensó en que aquello tal vez fuese una broma, pero esperó a tener más datos, el talón venía acompañado de una corta carta:

Querido Roberto sé que te extrañará todo este asunto, pero…¿Porqué no? El dinero es para ti, para que hagas con él lo que quieras, aunque sé que lo emplearás lo mejor que sepas. No pienses que he sido yo sólo el que he aportado el importe que indica el talón, han colaborado todos los miembros del equipo, cada uno ha puesto lo que le ha parecido. Tenemos dinero, pero no podemos ayudar a todo el mundo, sino, nos quedaríamos sin él, y entonces estaríamos como casi todo el mundo. Hazme un favor, mejor dicho, haznos un favor y vive tu sueño. Sé que lo harás, gracias.
Te deseo lo mejor.

Metió con cuidado la carta en el sobre intentando no se mojase con las lágrimas que surcaban sus mejillas. Lo primero que pensó fue que con ese dinero no le haría falta trabajar más, pero ese pensamiento fue empujado por otro, trabajaría, pero en algo que le gustase.

Pasado un tiempo Roberto era el director de la escuela de fútbol gratuita para niños llamada “Los héroes del futuro”. En ella no sólo tenía importancia el enseñar a los niños a jugar al fútbol sino que privaba más incluso que aprender dicho juego, el hacer de esos niños unas personas cultas, educadas y poseedores de los valores fundamentales para relacionarse con todo tipo de personas. De allí salieron grandes futbolistas, es verdad, pero también grandes médicos, abogados, arquitectos, diseñadores…

Al poco tiempo de estar inaugurada la escuela se recibieron donativos de diferentes colectivos, entre ellos de varios futbolistas más.
Pasado algún tiempo contaban con infinidad de colaboradores que hicieron posible no sólo que la escuela fuese gratuita sino también que durase muchos años.

La “supermegaestrella” nunca se arrepintió de haber dado apoyo indirecto a Roberto, quien propició con su trabajo que muchos niños con futuros muy inciertos lograran vivir sino un sueño completo, si parte de él.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ

Texto agregado el 13-06-2007, y leído por 383 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
06-08-2008 oye me puedes decir donde encontraste el cuento de las voces misfits
30-06-2007 bellisimo cuento lleno de generosidad como directriz de las voluntades y corazones que en el cuento partiicpan luzyalegria
14-06-2007 Tú sí que eres un "héroe cotidiano" Das con tus letras esas palmaditas en el hombro que te empujan a seguir adelante!!! Mis *s anyglo
13-06-2007 creo que ya lo había leído...pero cómo me gustan tus cuentos! nocheluz
13-06-2007 Bonito relato urbano con final feliz. joaqledo1
13-06-2007 Creo que tienes un gran sueño, ojalá se pudiera realizar, es muy cierto, los niños jugadores, que son muchos, no tienen una formación en los clubes a los que concurren a jugar al fútbol, lo digo por experiencia, uno de mis hijos es jugador de fútbol profesional.***** omenia
13-06-2007 Lo que la mayoría de la personas deseamos es ese pequeño empujón en la dirección correcta. Nuestro amigo Roberto la tuvo de la manera mas extraordinaria y la supo aprovechar muy bien. Magnífica y reconfortante historia. 5* kone
 
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