Reflexión
Oscuridad en los rincones de mi mente no es otra que la duda de mi ser. Es el dolor que me atormenta la soledad y el inentendimiento de los seres a mi alrededor que son como aves de rapiña listas a lanzarse sobre mi vida, lo cual yo no permitiré.
Olas de soledad bañan las costas de mi conciencia, deseosas de engullirme y llevarme al azul de la tristeza, yo camino a tropezones por la playa pero hay un ángel que me impide caer, una princesa que impide que me lance al mar.
Máscara de personalidad por la mañana, no sale hasta que estoy solo en la oscuridad de la noche, ahí en soledad lloro para mis adentros, deseando poder ser yo una vez más. Pero no, no puedo, no quiero, me gusta la máscara y me funciona, ¿por qué desecharla? No lo haré, solo para los que he depositado mi confianza en ellos, solo para pocos.
¿Estoy loco auto criticándome tanto? ¿Estoy deprimido? ¿No me acepto ni me agrado? La respuesta a todo es no, pero la crítica siempre ayuda, además creo que es culpa de la gente que me rodea que yo sea y esté así, aunque dentro de esa gente que me rodea hay personas que me levantan el ánimo, me ayudan, son mis cables a tierra y mis apoyos, entre ellos especialmente una, mi ángel, María.
Ella es mi principal cable a tierra, pero a la vez es la “droga” que me hace volar y me entrega inspiración, es la mano invisible que escribe a través de mi para ella, es la dueña de mi corazón y el apoyo de mi ser. Gracias a ella las olas de desesperanza y tristeza no me han engullido, gracias a ella puedo caminar erguido sin temor alguno pues con solo entregarme su amor me da alas para sobrevolar las penurias de este plano.
|