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La Soledad
H. R. Ravencrow


La soledad me he dado cuenta,
Mala consejera es y nada lenta,
Cuando un hombre la enfrenta,
Puede origen dar a batalla cruenta.

Yo fui un buen hombre hace algún tiempo,
Orgulloso y noble buen ejemplo,
De rectitud podía decirse casi un templo,
El creador estaba de mi muy dentro.

Más como mucho escuche decir,
Nada es para siempre en este vivir,
El Caos eternidad no puede permitir,
Amado lector usted finales va a sentir.

Todo comenzó un hermoso dia,
Yo recorría mi habitual vía,
A mi lugar de trabajo como hacia,
Lo siguiente jamás yo pensaría.

Al a mi oficina finalmente llegar,
Mis superiores me mandaron llamar,
Gran noticia y sorpresa van a dar.
Con gran ascenso me iban a agraciar.

A mejor oficina fui trasladado,
Un jugoso aumento me fue otorgado,
Enorme sonrisa de lado a lado,
Me sentí por Atenea y Proserpina tocado.

A mi nuevo jefe me presentaron,
Una mujer y mis hormonas despertaron,
Que extraña luz sus ojos enviaron,
Mis deseos ahí mismo casi me quemaron.

Pude reprimir por días mis instintos,
Pero lo que sentía era tan distinto,
Imaginaba que yo en aquel recinto,
Bebía de su piel un vino tinto.

Hasta que ella comenzó a mostrar,
Que a mi lado no podía pensar,
Hacia lo posible para solos estar,
Mi pasión un dia no pude encadenar.

Años de fuego guardado le regale,
De una pasión tan grande no supe ni sabré,
Mujer tan hermosa jamás veré,
En la cama de Dios con ella me acosté.

La escena se repitió periódicamente,
Ya no había otra cosa en mi mente,
Pero ella paulatinamente,
Dejo de tratarme suavemente.

Cuando no hacíamos el amor,
Su papel de jefa abrazaba con fervor,
En eso era la mejor,
Y disfrutaba causándome dolor.

Delante de todos fuertemente me humillaba,
Tarea de niño siempre me encomendaba,
Dia tras dia hora tras hora me insultaba,
Y al fin de la jornada con sexo me reconfortaba.

Cuando llegaba a mi departamento,
Recordé cada momento,
De humillación que iba en aumento,
A la ira estuve mas atento.

En soledad imaginando mi venganza,
Con cuchillo pistola o alguna lanza,
Comido por la ira y desesperanza,
Su sangre para esta sed no alcanza.

Pasaban los días con la misma rutina,
Humillación humillación y a adorar su vagina,
Lo mejor era en mi hogar y decir imagina,
Las más terribles muertes para mi concubina.

Para mi era un grande placer,
Sentir todo ese poder,
De quitar vida y hacer,
Más grande gusto no ha de haber.

En una ocasión la maldita,
Va hasta mi oficina y grita,
Me recordó hasta a mi abuelita,
Dijo que en el infierno habita.

Creo que ya fue demasiado,
Flecha de ira lado a lado,
Su cuello por mi mano apretado,
Hubiera visto lector estimado.

Sus uñas en mi rostro clavadas,
Líneas rojas dejo marcadas,
De sangre fui cascada,
Mi amante pronto estará acabada.

Antes de el último aliento soltar,
De su oficina su puerta escuchar,
Una compañera al recinto entrar,
Por sonido de pelea escuchar.


Ella seria en mi contra testigo,
Tal vez me darán castigo,
El que con ella esta no es mi amigo,
Le haré un segundo ombligo.

Le di un golpe en la barbilla,
Cayó contra una silla,
Rastro de sangre de una milla,
De la vida quedo en la orilla.

Donde ocultare los cuerpos,
A donde irán los muertos,
No lo se pero es tan cierto,
Que no les quedara un aliento.

De pronto y sin aviso,
Una idea del cielo al piso,
A nadie tengo que pedir permiso,
De con acido disolver sus rizos.

En el baño los cuerpos escondí,
De una junta importante a todos advertí,
No molesten y a la bodega dirigí,
Y cuando a todos retirarse vi.

Sendos recipientes de acido traía,
En mis manos mi salvación tenia,
Nadie un cadáver vería,
Y un secuestro fingiría.

A la policía haría una llamada,
Cuando la mañana iluminada,
Mis compañeras secuestradas,
El código rojo no sirve para nada.

No atrapan ni un resfriado,
Ni un pistolero amarrado,
Muchos asesinos han escapado,
Mi ciudad Monterrey de sangre han manchado.

Y así yo también podría impune estar,
Como tantos criminales escapar,
Y como ellos la ley burlar,
Para su estupidez y corrupción mostrar.

Al entrar en la oficina pude ver,
Una de mis victimas mover,
Que es lo que debo hacer,
Rematarla hasta la muerte ver.

Al acercarme a la maldita,
Quien con la muerte tiene cita,
Soy quien la vida quita,
Quien en el infierno habita.

Que es lo que tiene en su mano,
Por que me muestra la lengua cual varano,
La justicia llegaría temprano,
Un teléfono uso en su juicio insano.

Ya vienen por mí los uniformados,
Por mi victima informados,
Mi amante viva con instintos afilados,
A los hombres y sus leyes me ha entregado.

Ahora en la cárcel me encuentro,
Más años de condena que los momentos,
Que me quedan de vida y pasa lento.
Pero un miedo terrible ahora siento.

Ya que una vez cada semana,
Como lobo vestido en lana,
Llega infalible y temprana,
Mi sobreviviente amante vana.

A su visita conyugal,
Para mostrarme todo el mal,
Del cual es posible un mortal,
Aunque para ella eso es normal,
Tratarme peor que un animal,
Que destino tan fatal,
Dolor sin principio ni final,
Dolor sin principio ni final,
Dolor sin principio ni final,
Dolor sin principio........

Texto agregado el 12-06-2007, y leído por 128 visitantes. (0 votos)


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