¿Cómo se justifica la existencia de dios? ¿Qué llevó al hombre a crear esa imagen? ¿Qué lo llevó a ponerse en esa condición de súbdito si siempre ha habido la lucha por alcanzar una igualdad? ¿Por qué en esta ocasión el hombre actuó diferente? Bien dijo Sartre que la duda aniquila… Nuestra profunda ignorancia y cobardía nos llevó a crear ese ser que nos cortaría las alas y nos vendaría los ojos por siglos. Los dioses no fueron más que una justificación para lo inexplicable. Lo desconocido causa fascinación y miedo en el hombre. Por eso se buscaron respuestas fantásticas para los acontecimientos cotidianos. Se les dio un contenido extra a los procesos naturales del mundo. De ahí obtenemos que a la fuerza de los volcanes se la haya nombrado Hefesto, a los rayos del sol Inti y al soplar del viento Fei Lian. Miles de años pasaron sin que esto se altere mayormente. Luego llegó la ciencia con una fuerza nunca vista por la humanidad, y llegó para cambiarlo todo. Las viejas civilizaciones ya habían muerto. Griegos, romanos, mayas, incas, todos eran meros recuerdos al igual que sus culturas. Sus dioses pasaron a ser supersticiones, porque ahora en el mundo todo era racional. El conocimiento llegó al hombre como un pinchazo que lo despertó de su letargo y lo obligó a la curiosidad. De pronto, todo tenía una explicación. La tierra no era el centro del universo. Los volcanes no eran seres vivientes regidos por dioses. El viento era sólo el viento y el sol era una estrella, ya no la representación de dios. Pero algo faltó. Y falta aún. ¿Qué pasa cuando morimos? ¿Y antes de nacer? Nadie tiene la respuesta. Ahí está el dios cristiano. En esa duda. No quieren creer que con la muerte todo acaba, por eso se consuelan con vanas promesas de una vida eterna. Les cuesta reconocer que somos fugaces, que no somos más que un chispazo en la historia, son demasiado vanidosos. En ese miedo y en esa vanidad de creerse los elegidos se fundamenta la idea cristiana de dios. Ese dios idiotiza a la gente y la vuelve mediocre, poco curiosa. Les quita toda la intriga de saber sobre ellos mismos. Lo vuelve todo más fácil. En una sociedad en la que se busca simplificar todo, a veces quitando lo hermoso de las acciones, esta especie de “solucionador” de problemas tiene mucha acogida. La comodidad y el miedo a abrir los ojos y encontrarnos con algo que no es tan lindo como nos contaron nos mantendrán atados por muchísimos años más, lastimosamente.