Este breve cuento nos cautivará por ser delicado, como todo lo que se ha escrito, casos verídicos dando y expandiendo vivacidad a sus personajes por su existencia "en la imagen de Darla". Es conocimiento del amor hacia el allegado sea quién fuere y no olvida nunca que esa palabra tan bonita hace todo en lo que nos rodea "el cuidado".

Érase una vez- habiá llegado a la Tierra Darla. Y saben quien era? Una pequeña paloma blanca que vivía en una casa como tantas. Apareció en los momentos más desolados de esta mujer. Era muy encantadora. Darla le gustaba todos los días posarse en una ramita de un duraznero que creció en un masetero haciéndose un pequeño arbolito. Es por eso que todos nosotros debemos proteger y responsabilizarnos de nuestros integrantes de la familia. En este caso, nuestros animalitos.
Tal vez fue el amor que le dió la señora, que Darla se había vuelto muy mimosa en esa casa llena de más integrantes. Fue allí que conoció a Cui un tortugo que le gusta comer zapallitos verdes y muchas florcitas de todas clases. Ambos animalitos que parecían poco sociables terminaron siendo muy buenos hermanitos. Así los trataba la señora dueña de casa, por eso cuando ella los llamaba para que comieran pronunciaba sus nombres "CUI-DARLA". Y así nunca olvidemos que esta palabra está en todos nosotros en el momento- SIEMPRE.