Cuento para pre-escolares.
UN BUEN AMIGO
Sultán el perro del vecino, caminaba despacito por la vereda, mirando en cada bolsa de basura si encontraba algo rico para comer. No es que estuviera hambriento, no era eso. Su dueño lo alimentaba bien, pero Sultán era muy goloso, le gustaba comer entre comidas. Así se acercó a la esquina muy ocupado, olfateando todo, cuando un ruido y un grito agudo lo hicieron levantar la cabeza. Delante de él, estaba temblando un pequeño animalito todo mojado. Sultán lo miró asombrado. Primero no se dio cuenta lo que era. Recién cuando oyó un “miau” supo que se trataba de un gato.
-“¿Por qué tiemblas?” preguntó al gatito.
El pobre no le contestó, sólo siguió temblando.
-“¿Cómo te llamas, porque estás mojado, porque estás solo?” siguió preguntando.
-“Me llamo Udo susurró; alguien me tiró un balde con agua encima y mis hermanos escaparon cuando te vieron venir.
-“¿Por qué escaparon dejándote solo?”
-“Porque los perros persiguen a los gatos para lastimarlos, contestó en voz baja Udo.
-“¿Todos los perros hacen eso?” preguntó asombrado Sultán.
-“Si”, contestó tristemente el gatito.
-“Bueno, no se, dijo pensativamente Sultán, yo soy un perro y no persigo a los gatos ni a ningún otro animal.
Udo lo miró y no supo lo que decir.
Sultán se acercó un poco al gatito, el cual se echó hacia atrás chocando contra un muro.
-“No tengas miedo, sólo quiero secarte, ¿me lo permites?”
-Udo asintió con la cabeza y Sultán despacito le pasó la lengua por todo el cuerpo, hasta dentro de las orejitas pasó suavemente la punta de su lengua rosada.
A Udo le pareció que le hacía una caricia mientras lo secaba. Bien quietito se quedó, tanto le gustaba.
Cuando Sultán terminó le preguntó al gatito: “¿te sientes mejor ahora?”
-“Si” contestó Udo, atreviéndose a mirarlo a los ojos. ¡Que ojos tan buenos tenía el perro!
-“¿Tienes hambre? ¿Cuándo comiste por última vez?”
Udo pensó, pero no sabía que hora era, cuándo por última vez, encontró comida tirada en el suelo. Los gatos no usan relojes.
-“¡Si tengo hambre! contestó con voz más firme.
-“Bueno” dijo Sultán, “súbete a mi espalda, te llevaré a casa y compartiré mi comida contigo.” Diciendo eso se agachó para que Udo se subiera.
-“Agárrate fuerte de mis pelos, no te vayas a caer, te puedes lastimar,” le aconsejó Sultán y lentamente comenzó a caminar rumbo a su casa con su nuevo amigo.
Udo sentado sobre Sultán pensó, que no era verdad que todos los perros persiguen a los gatos. Cuando alguien quiere ser bueno, aunque los demás no lo sean, puede serlo si se lo propone. Nadie nace enemigo de otro, sino que son los mayores que lo creen, lo dicen, y los chicos lo repiten. Cada uno puede ser amigo de quien quiera, ya sea entre animales o entre niños. Sólo es darle la mano en amistad y decirle te quiero, vamos a jugar.
¡Así de fácil!
Viola
Abril 2006
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