El dolor de cabeza, insoportable. La garantía de una muerte tranquila se desvanece en ilusiones. Fue al baño y observó su rostro en el espejo. Ojos rojos, labios hinchados. Soledad absoluta. Odiaba esos momentos, pero llegaban sin aviso y no los podía evitar: comenzó a recordar la oportunidad desechada, la mujer que lo quería de verdad, la casa cómoda, la libertad de decir no, o si, las ansias que tenía ella por tener un hijo, por formar una familia y el egoísmo de él que le aconsejó decir no, espera a que tengamos más dinero y las cosas anden mejor. Las cosas no anduvieron mejor, las esperanzas se convirtieron en dudas y ella decidió que el tiempo no perdona las indecisiones así que se fue de su lado y formó la ansiada familia en otro hogar.
Fabian está solo, desesperadamente solo, y hoy es un día como los anteriores: pesado, con el odiado sol, lleno de polvo, mugre, desorden, cucarachas en la cocina, la cama sin hacer, el baño apestoso, una calle temible, cervezas baratas, amigos que no lo son y una noche desolada.
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