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Calor


A Circe


Vi la puerta abierta. Dude por un instante si era correcto, pero la nostalgia de los sueños húmedos que antecedían a este encuentro gobernaban mi voluntad y hacían de mi un hombre con alta vulnerabilidad al deseo.

Sólo el ritmo de la agua cayendo, sin menor perturbación, me dio una idea clara de que ella no sabía mucho de mi existencia, que ahora yo la podría ver sin que nadie pudiera parar la lujuria que habitaban en mis ansiosos ojos. Camine despacio, la observe de fuera. Era hermosa. Una nube espesa cubría su cuerpo. Los poros de su piel se abrían al paso del agua, que caía y se resbalaba a propósito ora por su cabello, ora por su rostro, ora por toda su piel. Los pezones erizados, eran de mí, la perdición de mi vista. La espuma casi la cubría, pero el vapor la envolvía aun más. Era una diosa. Con mi confianza plena de no ser descubierto, avance mas, la avidez de mirarla mas de cerca corría en todas mis venas, pero mas, porque ella estaba sola y era indefensa a mis miradas, que eran líneas invisibles que la acariciaban, dándole forma a su ser, a sus deliciosos contornos. Quería estar mas cerca.

La sensación de mi excitación subió más. El cuerpo no es de razón y es inoportuno. Mi éxtasis sobre su piel de bronce alimentaba mis mas íntimos deseos y levantaba sobre mis un endurecimiento en la entrepierna que asemejaba a una bestia despertando con instinto y salvajismo. Esto fue más, cuando en un descuido o no, surco con el jabón su cuerpo mas al sur, en los muslos grandiosos. . . y dio vuelta. Ese juego de caderas era más emocionante. Era un enorme trozo de piel jugoso, con un camino en medio, una línea delgada que dividía ese delicado corazón. Con calma observe su íntimo monte de Venus, esa selva hegemónica, que daba pie a mis salivaciones. El jugo aumento, cuando observe que cerraba los ojos al pasar y rozar el jabón contra sus piernas, sus rodillas y el subir de un sólo movimiento hacia la parte mas baja del ombligo.

Suave, siempre suaves los movimientos, con dulzura y eficacia. El movimiento brusco comenzó cuado se empecinaba la espuma del jabón a entrar en su ardiente hendidura sexual, que en base a las evocación de no sé que recuerdos, se hinchaba y expulsaba de manera virginal un delicioso jugo que se confundía con el agua tibia que la inundaba.

Discreto, el movimiento de emular su roce de su cuerpo con el mío, mi mano se estaciono cerca de mi pene ya endurecido por lo visto. Con un cuerpo como el metal lo sentía, con un temblor continuo, y con una inflamación que explotaba en la punta, como punta de lanza agresiva y violenta.

Estuve dramático, no sabia que hacer cuando escucho que la bragueta de mi pantalón descendía. Procuré mantener la calma, pero me fue imposible cuando descubrió mi presencia y aun mas cuando se percato de que mi excitación era evidente y se hallaba atrapada entre mis manos.

Su reacción fue asombrosa. Su sonrisa lo fue aun más. Ella me cogió de las manos y me llevo hasta donde se encontraba la toalla. La llevo a mis manos y me dijo que era indispensable, en esos momentos, para salvar de humedad el vapor invadido por su cuerpo. Con mas temblor que con presición, mi manos comenzó a ir y venir por la espalda que era como un campo en primavera, con una calma que limitaba mis manos a ser mesurados en sus movimientos. Ella se regocijaba de eso, pero mas cuando sin querer el resbalar del trozo de tela se fue a sus sabrosas nalgas y no paro hasta llegar a sus caderas, de donde ella volteo. Con una sonrisa entre los labios me dijo que era mejor si el agua era bebida de mi boca. Y así fue.

No fue tan pequeña mi sed, porque no quise quedarme estacionado con el delirio de su delicioso cuello, sino ir a donde el deseo suyo lo permitiera. Encontré la majestuosidad de sus perfectos senos, que me esperaban ya, que me incitaban a ser de ellos la presa de mi boca. Solo la punta de mi lengua fue capaz de tomar la iniciativa, ni siquiera mi mano ansiosa, que desde hace ya mucho tiempo deseaba ser dueño de su movimiento, de su ser. Ella respondía sin hacer ni decir nada, la manera involuntaria es automática, y fue sólo ese sensible pezón que dio a demostrar que ese movimiento circular que hacia mi ágil lengua con esa piel, le producía placer, al punto de que en poco tiempo, mi sed tuvo a su primer aliado: su pezón. Engreído, vanidoso, se mostraba celoso y no demostraba que deseaba que su compañero no fuera asistido por mi otra mano, que pronto se dio cuenta y tomo con rapidez la voluntad de esa montaña materna.

Cerraba los ojos, pero no su accionar, que era muy discreto, sigiloso y silencioso, pensé que el deseo le había sepultado los sentidos, pero su mano dio cuenta de que no era así, lejos de ello, la iniciativa partía de ella, y solo de ella. Así, su mano tibia, se sumergía debajo de mi vientre, y buscaba lo que pensaba que se desarrollaba por debajo de mis ropas. Esa erección se alimento más cuando ese dulce tacto, como piel de uvas, ya gobernaba ese pulso propio. Dominaba a la bestia, la hacia sentir domesticada, a él y a sus redondos retoños, guardados por una selva espesa que bien sabia librar.

De inmediato, mis dedos hicieron lo propio. Sin descuidar el ritmo que se llevaba en medio de esos redondos pechos, mis falanges se aventaron a tocar puertas. El aroma era obvio, por eso, no tarde en llegar a esa cámara, a esa cueva, que pretendía ser abierta y lo fue, fácil por su apreciable cooperación. No fue sencillo despegarme del trozo de nervio cubierto de piel que se me presentaba como primer contrincante a mi tacto leñoso, pero la humedad previa de mi dedo, hizo que pronto ese individuo llamado clítoris, me aceptara y hasta se regocijara, demostrándomelo con un roce intencional hacia mis dedos. Aumento mas la ganas de averiguar lo que adentro esconde, cuando mi mano se sintió empapada completamente por un liquido que solo podía ser visto cuando la pasión se preparaba a su encuentro mas lejano.

La entrada de mi índice fue en ritmo al espacio. Con gran vehemencia, se introdujo. No oí, más. La señal de vida apareció cuando las paredes húmedas de su vágina, se sujetaron mas a él, pareciera que no quería dejarlo ir, y así fue. El fuego aumento, cuando el ritmo se hizo continuo, e imparable. Entraba y salía y con toda intención se hacia mas veloz. Dejo escapar un suspiro. Era algo impropio. Pero ella, en ese momento de clímax, me separo con brusquedad.

Se volteo con mucha timidez, y viro su cuerpo desnudo hacia la salida. Pero era demasiado tarde, ya mi mano había sujetado su brazo delgado, y la llevo hacia a mi, uniéndola con un breve beso, donde no sucedió nada que n fuera el juego de dos lengua ávidas de humedad.

Ella me aventó a una silla próxima. Y mi sexo quedo libre, como si se liberara de su severa opresión y su cabeza inflamada a puntaba al cielo, con mucha firmeza. Ella noto el color rojizo escarlata, lo confundió como lava. Y avanzo hacia mi, clavándome sus labios en mi cuello, y sus manos en mi nuca, alborotándome el cabello. Al hace esto abrió levemente sus piernas para no entorpecer el camino hacia mis labios. Se acerco, y mi sexo que seguí con una alta rigidez, se estrello contra su vientre claro y plano. Se estremeció al sentirlo, pero aun mas, cuando sintió que tenia el deseo de hacer una unión con aquellas partes en vibración. Ella me tomo la mano y decidió, darle el ritmo que le dictaba el placer, lo sujeto con bastante maestría. Y lo introdujo, con suavidad y destreza, sus ojos me dieron la señal de que se fascinaba mirarme, pero con sin ojos, solo con el tacto, y marcar la secuencia de la penetración con sus nalgas estrellándose a mis muslos que la sostenían. El brinco, el aceleramiento se hacia frecuente cuando la gravedad sacudía sus pechos con violencia y sin perder en mas, su estado erecto de su punta.

Texto agregado el 11-06-2007, y leído por 183 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-02-2008 http://www.loscuentos.net/cuentos/local/circe73/ mascaras
07-01-2008 Al margen del tema de erotismo puro...tiene muy buen ritmo tu escrito...realizado bajo una base de buenas construcciones de palabras...con una vista hacia las nubes, diría yo... mas allá de eso ya que es muy erótico lo que cuentas. liliana_a
 
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