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Café Americano
= "Cuento" =

- Firme aquí, por favor. Y me deja su credencial, recuerde que el préstamo es sólo por 3 días.
Llenamos las tarjetas de préstamo correspondientes, la encargada de la biblioteca nos entregó los libros que habíamos solicitado, y salimos de ahi pensando en el montón de tareas y trabajos que teníamos pendientes. La vida normal de un estudiante de medicina: mal comer, mal dormir, y mucho, pero mucho que estudiar. Tania era mi pareja en la exposición que debíamos dar 3 días después, parecía mucho tiempo, pero si tomamos en cuenta que son muchas materias en un curso, el tiempo no parecía en absoluto suficiente.
Ella es una chica muy aplicada, no es de los típicos "mataditos" que tienen siempre la nariz metida en algún libro, pero tiene una muy buena memoria, y algo mucho mejor, lo que ella aprende lo aplica en la práctica, no lo deja solamente en la teoría. Siempre está tratando de ir más adelante de lo que marca el programa de estudios.
Aquel era un día como otro en ésta ciudad, algo nublado pero con mucho calor; aunque estamos en Veracruz, no estamos cerca de la costa, pero aún así se siente la humedad en el ambiente, tal vez por el tipo de terreno, por la vegetación, porque llueve 364 días al año, o quizá porque aún no me acostumbro después de vivir varios años en un lugar de clima más frio y seco.
- ¿Cuáles son las inserciones distales del bícepts braquial?- me preguntó. - En la apófisis bicipital de húmero- le respondí, para demostrarle que si había estudiado.
-¿Inervación?
- Por el plexo braquial.
- ¿Y la irrigación?
- Oye, ¿porqué no te relajas un poco? Ya hemos estudiado mucho y los dos sabemos el tema bastante bien, sólamente nos falta realizar algunos dibujos para ilustrar nuestra exposición. No te preocupes, nos irá muy bien.
- Es que estoy nerviosa, el doctor es muy estricto cuando se trata de presentar temas ante grupo. Además, ya vienen los exámenes parciales y estudiar desde ahorita nos evitará que estemos encerrados con un libro de anatomía el día antes del examen. Ya sabes que eso no me gusta.
- A mi tampoco me gusta estudiar un día antes, nunca lo he hecho; pero tampoco quiero estudiar de más porque me bloqueo y a la hora de hablar se me olvida todo. Además, ya tengo hambre, es medio día y no he probado alimento desde anoche, recuerda que estudiamos para curar a las personas, pero no quiero graduarme solamente para curarme mis propias úlceras.
- Ok, vamos a esa cafetería, dan unas galletitas riquísimas.
- Vamos pues, aunque te advierto que con unas galletas no va a ser suficiente eh.
Entramos a la cafetería que a esa hora tenía pocos clientes; es un lugar chiquito pero muy popular al menos entre los estudiantes, ya que se encuentra a sólo unas cuadras de la facultad. Además, son pocas las cafeterías que hay aqui. Creo que no les gusta mucho tomar café.
- Deme un café americano y un pay de queso por favor- pidió Tania cuando se acercó la mesera a atendernos.
- A mi deme un capuchino y un pastel de chocolate.
- !Que creé joven! - respondió la mesera- Se me descompuso la máquina y no tenemos capuchinos hoy.
- Entonces tráigame también un americano.
-¿Como siempre?
- Si por favor.
- Siempre te había visto tomar capuchino, pero no americanos- me dijo Tania cuando se alejaba la mesera.
- Así es, me gusta mucho el capuchino, no se porqué. Pero cuando vengo solo, a veces pido americano.
- ¿Cuántos músculos forman el manguito de los rotadores? - me preguntó, siguiendo nuevamente con las preguntas de la escuela.
- No se, ahorita lo único que recuerdo es que mis tripas chillan de hambre.
- Se llaman borborigmos, ¡acostúmbrate a usar términos médicos!
- Ya lo sé, pero ahorita no estoy con un paciente... ni en exámen.
- Ok, no te enojes. Eres un gruñón, ¿lo sabías?.
- Si. Ya me lo han dicho.
- ¡Jajajaja! Está bien, ya no te diré nada.
En ese momento llegaron nuestros cafés y guardamos silencio mientras nos servían.
- Creo que la señora se equivocó de orden, nos trajo hielo y nosotros pedimos café- dijo Tania cuando nos hubieron servido.
- No se equivocó, así está bien. ¿Recuerdas que me preguntó si lo quería como siempre?
- Si.
- Pues así lo pido siempre.
- ¿Café con hielo?- me preguntó mirándome extrañada.
- Si... café americano, media carga, con un cubito de hielo...
- ¿Puedo preguntarte porqué?
- Claro que puedes, pero también yo puedo no responderte.
- ¡Ándale, dime! No me dejes con la duda.
- ¡Jajaja! Ok, te contaré, servirá para que dejes de pensar en los libros al menos por un momento.
Tomé un cenicero de la mesa de junto, prendí un cigarro, Camel para no variar, y le conté a mi amiga el porqué pido el café así:
- Siempre me ha gustado el café, en mi familia lo tomamos mucho. No me hace ningún efecto, no me quita el sueño ni me pone nervioso, quizá sea porque desde siempre lo tomo. Aunque en Pachuca no acostumbraba ir a algun Café, ahi es más comun ir a tomar un helado, o cuando salimos con los amigos, a un bar. Hace algunos años conocí por internet a una chica que vive cerca de aqui.
- ¿Y tomaban café por la computadora? - me interrumpió con un sonrisa.
- No, pero compartimos el gusto por el café. Nos tratamos durante algún tiempo por internet solamente, pero cuando vine a presentar el examen de admision, tuve la oportunidad de conocerla; como recordarás, los trámites y el examen fueron en la Rectoría, y ella vive cerca, así que fue bastante fácil poder ir ahi y conocerla en pesona... por fin, después de tantos tiempo de platicar por medio de una computadora, pudimos platicar frente a frente... aunque eso de platicar es un decir, porque cuando estaba con ella parecía que se me olvidaban las palabras.
- ¿Y también sentías maripositas en el estómago?
- Pues... algo así. Ya sabes que normalmente soy muy serio, pero cuando estoy con ella, no se que me pasa, pero se acentúa muchísimo eso. Soy más callado que de costumbre aunque intente lo contrario.
- ¿Y eso se debe al café?
- No.
- ¿Entonces? - me preguntó mientras encendía también un cigarro- ¿Donde entra el hielo del café en tu historia?
- Oye, yo soy gruñón, pero tu eres muy desesperada, ten calma.
- ¡Jajajaja! Ok, tendré paciencia, sígueme contando.
- Bueno, pues te decía que fui a visitarla...
- Ajá, eso ya me lo dijiste.
- ...si me dejas continuar.
- Ok, ya no te interrumpo.
- Me llevó a conocer un poco de la ciudad, y en la tarde fuimos a uno de los varios Cafés que hay ahi. Era marzo y hacía muchísimo calor, pero estando en de las mejores regiones cafetaleras de México, no iba a pedir un refresco, además, como sabrás, el mejor método para quitarte el calor, es tomar un café bien caliente.
- Dijiste que ya no querías hablar de temas de la escuela.
- Era sólo un comentario, no te voy a dar una explicación científica. Bueno, pues pedí un capuchino, muy bueno por cierto; y ella pidió un americano. Lo pidió con media carga, pues me dijo que había tomado café en su casa y además ahi lo daban muy cargado.
- ¿Y el hielo?
- Ah, eso es porque tenía gripa y no quería tomar café hirviendo.
- ¡Orale, que buena idea!
- Después de esa vez, nos vimos en varias ocasiones, aunque irónicamente ahora que vivo más cerca geográficamente, a veces resulta más difícil poder vernos. Pero en muchas ocasiones hemos salido a tomar al menos un café.
- ¿Sólo un café?
- Así es.
- Cuando hablas de ella te brillan los ojos, ¿estás enamorado de ella?
- La quiero mucho. Es una excelente amiga que ha estado conmigo en momentos muy duros de mi vida.
- No te pregunté eso.
- Al principio te dije que podías preguntar lo que quisieras, también yo respondería lo que quisiera.
- ¡Ash! Eres odioso, ¿sabías?
- Si, y también gruñón, ¡jajaja!
- ¿Y se lo has dicho?
- ¿Qué?
- Que te gusta.
- Le he dicho que es muy bonita, y que me gusta su sonrisa. Tiene unos labios muy bonitos.
- ¿Y qué más?
- También me gusta su risa.
- ¿Y qué más?
- Y siempre le voy a agradecer a Dios que la haya puesto en mi vida cuando necesitaba a alguien que me ayudara a no caer. Ella me ha brindado su amistad, su apoyo, sus consejos. Ha leido y escuchado mis penares y ha sabido darme una palabra de aliento.
- Por lo que veo, es una mujer excepcional.
- Amigas como ella no se dan en los árboles. Aunque muchas veces me he dado cuenta de que no le correspondo como se merece. He sido egoista con su amistad. Ha habido ocasiones en que le invito un café porque necesito alguien con quien hablar... sin pensar en que tal vez ella tenga sus propias broncas. Y muchas de esas veces ha pedido un café de la misma manera que el primer día.
- ¿Americano con hielo?
- Así es. Yo casi siempre pido capuchino.
- Igual que aqui.
- Si; pero como te dije antes, sólo pido capuchino cuando estoy con alguien más. A veces, cuando pienso en ella y no puedo ir a visitarla, vengo a la cafetería, enciendo un cigarrro, y pido

un café americano... media carga... con hielo por favor...

Martin Dario Reyna Rosete
Nitram
Cd. Mendoza, Veracruz.
Diciembre de 2006

Para YLVH, gracias por apoyarme siempre en todo

Texto agregado el 08-06-2007, y leído por 211 visitantes. (0 votos)


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