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¿Quieres que te escriba?

¿Por qué?

Estaba viendo la vida de Antoine de Saint Exupery, linda película. El cuenta todo acerca del sentimiento de volar...

¿Qué puedo contar yo acerca de algo que nadie ha hecho antes?

He hecho muchas cosas, buenas, malas, etc. Pero hay una sola cosa que nadie ha hecho, ¿sabes qué es? "+msowperiohcb snskdiis". Eso. Nadie ha hecho algo que ni yo mismo lo entiendo pero que estoy comprendiendo como el sentido de mi propia vida. Mi vida está siendo escrita por un ángel bueno, mientras yo sigo viajando a través de un mundo, atado a mi destino llamado: "+msowperiohcb snskdiis".

Lo que hago durante el día, casi no tiene importancia, aunque es pura magia. Mi vida desde mi destino, mi meta, sí la tiene y está escrita desde la luz de mi alma. Es algo que no es entendible, sí sentible. Siente esa brisa de este silencio que te mira desde dentro. Busca lo que no se toca ni se tocará con tus sueños. Arranca la rosa roja de tu alma y esparce sus pétalos sobre este mundo sediento de belleza y armonía, porque lo necesitan.

Muchas mariposas vendrán tras mis versos, buscando la luz de mi estrella escondida tras mis ojos. Veo tanto en el universo. Todo está tan cerca a mí cuando soy yo quien sueño e imagino, tocando con mis poderosos tentáculos esa pócima de belleza, de armonía. Incomprensible a toda comprensión.

Me alegra ser un pedazo de la nada, un polvillo que esto ignoto que se abre como una rosa con el sol de este mundo. He visto tanto en mi vida que no deseo más que soñar en mi pasado y no temer más al devenir de la vida. Ella vendrá y traerá mi propio féretro, mi más amado descanso. El ropero de mis carnes... Y viajaré sin escala hacia mi estrella madre, mi amada centuria de espejismos catequizados por los dedos de lo eterno...

Hay un canto que se escucha cuando escribo, y en él, puedo sentir a Dios fluyendo en eso que no es mi sangre pero que fluye como un río de mi vida. Ten tu propia historia. El mundo está sediento de historias con olor a rosas. Tu alma es la mía. Es un cuento más que un cuento. Es un pedazo del polvillo de esta nada que somos todos.

Ya a punto de echarme en los sueños, mi compañero no deseado por la vida. He descubierto mi camino. Estrecho como un recoveco de las ruinas de un templo de barro. Allí, dentro de ella, fluye la sangre de un río. Ve con él, nos llevará a la mar, nuestra madre.

Dicen que los ángeles y demonios existen. Es cierto. Aquí le veo cara a cara. Son niños a mi lado. Cáscaras de una idea hermosa. Un forma pintada por artistas. El sueño de un soñador. Sin embargo, cuando estoy frente al cielo oscuro. Observo que todo está relleno de dioses, ángeles y demonios. Y todos ellos, me miran a los ojos, llorando en silencio, el gran silencio que es la casa donde moran…

He visto esta noche la bondad de la vida. Vestía de negro, corbata y zapato negro. Le miré fijamente. Usaba lentes, cabello blanco, dientes blancos y temblaba del frío de la vida. No dije nada, nada. Callé porque el silencio dice más que todos los libros del mundo. Me fije nuevamente en la bondad y ella me jaló a su hogar. Era dulce, suave, clara, mía. La abracé y el universo sonrió un instante, una eternidad. Miré esa oscuridad y tuve un bello sueño…

Dos niños tenían rosas en las manos. Caminaron hasta llegar a lo alto de una montaña. Vestían pobremente, y aunque sufrían, reían de dicha al estar cerca de su destino. Ya en la cima, uno de ellos ofreció su rosa al sol. El otro espació sus pétalos a través de la montaña, quedándose con el tallo y la imagen grabada en sus ojos. El sol se fue un instante, una eternidad. Las aves se posaron a sus pies. Todas las caras del mundo se acercaron hasta la falda de la montaña. Y cuando todo se hizo uno. Ambos niños se abrazaron fuertemente. Lloraron. Lloraron mucho tiempo. Luego, se soltaron y uno de ellos bajó donde estaban todos las caras del mundo. Pasó entre ellos y todos le siguieron. ¿Adónde nos llevas?, preguntaron. A casa, respondió el niño. El otro se quedó en la cima, con su rosa secándose por los rayos del sol. Vino la noche. Vino el día. Vinieron ambos mucho tiempo… y luego de muchas idas y venidas, el niño bajó su brazo con su rosa. La miró y vio que estaba seca, sin vida ni brillo. El niño la besó y la rosa volvió a palpitar. Se la puso en sus labios y ambos bajaron de la cima hasta llegar a su falda. Aun se veía toda una muchedumbre de caras siguiendo a su hermano. Le llamó y este se detuvo. ¡Mi rosa!, gritó el niño pegado a las miles de caras. El otro le mostró su rosa que estaba en sus labios y este niño, cerró los ojos. Soñó con los pétalos esparcidos y cuando abrió los ojos, pudo ver nuevamente la rosa en sus manos…

He despertado y he visto los ojos del silencio. No dijo palabra entendible, pero sentí su sensor. Dijo que no escribiera mas, que todo estaba ya escrito en cada día que sigue a cada noche. No le hice caso y escribí una historia…


San isidro, junio de 2007

Texto agregado el 08-06-2007, y leído por 233 visitantes. (0 votos)


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