Acaban de hacer el amor, pero ninguno de los dos lo contempla así, tan solo fue sexo, ese que repetirán varias veces hasta que ella no lo vea mas como solo un buen amante y asuma con temor ese nuevo sentimiento, tanto así que para ocultarlo se mostrara indiferente, con una frialdad inusual hasta ahora, el tratara de descifrar los pensamientos de su amada amante y llegara a la vaga conclusión de que ya no la satisface y que de seguro ve alguien mas, que se enamoro de alguien mas atractivo a el, mas comprometido con tener un relación de pareja. Algo mas serio de lo que el supone comparte con ella.
Pasados algunos meses sin verse los amantes perdidos se encuentran, como casi siempre, sin planificarlo, caminan del brazo hablando de todo aquello que les paso en el periodo que ambos dejaron de frecuentarse, ya que ni siquiera hablaron por teléfono o se escribieron.
Al llegar al café ambos notan que sus miradas se entrañaban mucho, pensaban que nadie, antes de conocerse, había tenido una mirada así con ellos, no tardaron en darse cuenta que sus cuerpos, su piel sentía la presencia del otro ser.
Justo al terminar de tomar el café ella considero que lo mejor era irse temprano, argumentando que debía trabajar muy temprano a la mañana siguiente, el no objeto su decisión, comentado que debía llevar de madrugada a su novia a la estación de trenes.
Se detienen en una esquina a esperar el taxi, los dos parados bajo un cielo cárdeno se miran sin decir nada, cualquiera al pasar y verlos pensaría que son dos extraños, pero ellos se conocen muy bien, esa lejanía solo se desentraña por el titubeo que existe en ambos de lanzarse en los brazos del otro o continuar así en silencio, por fin ella detiene un taxi acercan su rostros y se besan en la mejilla, el toma su mano, balbucea algo muy bajito, no es siquiera un murmullo, lo hace cada vez que se siente perdido cuando las palabras pierden su sentido al pronunciarlas.
Abandona su cobardía y la toma en sus brazos, besándose largamente cada uno recuerda algún beso anterior a ese, fueron tantos, en tan variadas ocasiones que pierden la noción de todo, solo existe ese beso para ellos en este mundo, aparecen entre tanto otros recuerdos, el beso se torna eterno.
Todo pasa tan vertiginosamente, se encuentran en la habitación de ella, solo abren los ojos para constatar que no es un espejismo, que no es una travesura de su mente.
Por la madrugada lo despierta el cosquilleo que le provoca el roce del cabello en su espalda, al voltearse hunde su cara entre los rizos castaños rozando con la nariz fria el tibio cuello de ella que permanece sumida en su sueño, luego se aparta discretamente de la cama, se viste apresurado, ve al espejo y arregla su cabello con los dedos, los bocinazos y el ruido de la calle se empiezan a percibir, la ciudad pronto despierta, igual que ella, al notarlo se aproxima, suavemente le da un beso y se despide, rehuyendo las palabras de ella quedan a la ligera en encontrarse en el mismo café por la noche.
Nunca más volverán a verse. |