Aunque no esté de moda (a la falta de fe)
Será siempre cierta la verdad,
aunque no esté de moda.
Aunque no esté de moda,
nunca se olvida.
Porque todavía existe el odio,
y existe el amor,
olvidado en el tiempo.
Los amantes se dan la mano (todavía),
otros se dan los pies,
para matar al frío.
Y el mundo me regala el aire.
Los viejos todavía van a las plazas,
a sentarse bajo un árbol,
a repartir vida entre palomas,
y disfrutar el aire y su silencio,
a mirar a los jóvenes con gozo melancólico.
Y aunque el amor no esté de moda,
todos lo buscan, y lo requieren.
Todavía, aunque haya cada día más oficinas,
existe la familia,
y su candado de protección fatal.
Los viejos todavía caminan de la mano,
recordando el día,
en que se tocaron juntas por primera vez.
Todavía hay quien se alegra mirando una flor,
todavía los bebés sonríen sin motivos,
comenzando la vida,
y todavía existe el macho rudo,
que escondido en sus apariencias,
se emociona con esa sonrisa.
Todavía hay quien piensa y llora
mirando a las olas
y escribiendo poesía, quien canta mientras camina,
quien juega con el agua cuando riega.
Todavía vive el que no se averguenza,
todavía somos hombres,
que aman mujeres,
y mujeres que aman hombres,
aunque no esté de moda.
Todavía existe el rico de buen corazón
y existe el pobre
con la ezperanza en el porvenir.
El que comparte,
sin mirar las etiquetas de la ropa.
Y aunque no esté de moda,
todavía hay relojes para pensar,
con horario, minutero y secundero.
Todavía nos dan la vida, la damos,
la protegemos y la guiamos,
aun con la conciencia de la muerte, vivimos.
Aun existe el alma que se perturba,
pensando en lo inmenso del universo,
todavía hay ojos que brillan
mirando las estrellas.
Y aunque la magia del presente nos satisfaga,
todavía se encienden velas,
y se canta en la ducha.
Existe el que conoce a sus vecinos,
y el que sin conocerlos,
llena sus necesidades a costas del buen hombre.
Abramos los ojos, abramosle los ojos
a los hombres y a las mujeres,
que viven de lamentos.
Abrámosle los ojos a la vida.
Abramos los ojos de aquellos niños
que cegados por sus padres
han olvidado la infancia,
han olvidado correr, subir a los árboles,
llegar sucios a tomar las onces,
abrámosles los ojos, o al menos
dejemos que los abran.
Pues son nuestros ojos,
los responsables de cambiar la realidad,
el mundo, nuestro mundo.
Que no nos engañen los sentidos,
pues a veces solo vemos una parte de la realidad,
pero seamos conscientes,
de que solo falta abrir los ojos, lentamente.
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