Me has caído bien encapuchado, así que te contaré otra historia, la mayoría de la gente no se las cree. “Es que tu no estás bien de la azotea Tadeo” eso me dicen, ¿lo puedes creer? Una panda de analfabetos. Pero te aseguro que todo lo que digo es real.
Yo siempre cuento lo que me sucedió, para advertir al mundo, aunque nadie me cree.
Pero tuve alguien que compartió lo que he visto, por eso sé que no estoy loco...
Howie me guió cojeando por viejas calles adoquinadas y aceras desconchadas. Finalmente llegamos a un pequeño parque, tan alejado del centro de la ciudad que al parecer no merecía la pena malgastar tiempo y dinero en cuidarlo. .
La nueva experiencia me había distraído, fui descuidado. No me di cuenta de nada, no presté atención a los detalles. He aprendido desde aquel entonces, pero no se puede estar alerta continuamente, en ese estado el cuerpo y la mente se desgastan como una tiza pintarrajeando el asfalto. Aunque sí puedes seguir un método, es lo que hago yo ahora, una lista mental de las cosas que necesitas para sobrevivir y normas que debe cumplir el lugar donde te encuentras. Si voy a un sitio debe cumplir “Las Condiciones”. Y la hora, es lo más importante, no se puede ir a un lugar desconocido sin saber si cumple Las Condiciones cuando ha llegado el atardecer. Esta es la norma de oro.
Sentado allí con Howie el tiempo carecía de importancia, había encontrado una persona que me comprendía. No pensé en las farolas de aquel parque abandonado, reventadas a pedradas por los gamberros; no me percaté de la distancia que nos separaba del bien iluminado centro de la ciudad; no sabía la cantidad de desagües que había en aquel lugar ni dónde se encontraban; a pesar de ser consciente de que era tarde no pensé en las consecuencias de la caída del sol; y sobre todo, ni siquiera se me ocurrió el poder de atracción que Howie y yo juntos teníamos para esas criaturas. Dos personas que podían verlas y que además llevaban a una de ellas consigo.
Cuando el último rayo de sol desaparecía por el horizonte, los dos corríamos con desasosiego para abandonar el lugar, pero la herida en la pierna de Howie le impedía seguir mi paso, el dolor le obligaba a moverse renqueando y la noche ya nos envolvía con su siniestro manto. Puse su brazo sobre mis hombros y cargué sobre mí parte de su peso. Era demasiado tarde, fui un imprudente.
Un aguijonazo en mi propia pierna me obligó a soltarle y caí al suelo con un movimiento torpe. Miré alucinado a Howie aún en pie, con su herida abierta, aquella cosa me miraba sin ojos asomando del interior del muslo de mi amigo, había salido y me había mordido, o lo que fuese que hagan esos seres retorcidos.
Howie lanzó su mano sobre ella, como quien intenta atrapar una mosca escurridiza que acaba de posarse, pero desapareció de nuevo en su escondite. No podía dejar de mirarle con cara de idiota, allí tirado sobre el suelo polvoriento, una escena dantesca se desarrollaba ante mí. Cientos de oscuros surgían de la propia tierra del parque y se dirigían arrastrándose hacia Howie reuniéndose en una riada de criaturas tan compacta que no se podían distinguir unas de otras. Él estaba allí plantado con los brazos abiertos, de impotencia pensé, pero ahora me pregunto si no sería de bienvenida. Se lanzaron sobre él como una ola de carne negra, lo derribaron y comenzaron a arremolinarse enterrándolo en una montaña pulsante de cuerpos y babas.
Me incorporé rápidamente, reprimí el impulso de huir de inmediato y recorrí con la vista la escena, buscando frenéticamente un modo de ayudar a mi amigo. Estaba bloqueado, espantado, solo pensaba en salir corriendo. Un objeto brillante llamó mi atención hacia un punto en el suelo. Aquella cosa había salido despedida cuando los bichos se abalanzaron sobre Howie, era su cuchillo. Corrí hacia él, podía oír los lamentos apagados que venían del interior del montón de oscuros. Lo recogí y comencé a apuñalar indiscriminadamente la pila de bichos inmundos. No cedieron, pero reaccionaron como uno solo y se abrieron en círculo por la parte más alta, revelando el cuerpo de mi amigo.
No fueron lamentos lo que oí venir de debajo del siniestro montón, sino risas. Howie sonreía como si estuviese jugando con una enorme mascota que hubiera perdido de niño y acabase de recuperar de improvisto.
Ni siquiera me lo pensé, lo apuñalé a él también, apuñalé todo, apuñalé y acuchillé. La cabeza me daba vueltas mientras pateaba y rajaba, a penas podía ver entre la oscuridad y la vista nublada por la ira y el asco.
Howie ya no sonreía, le había abierto el cuello y los seres se bebían su sangre en un macabro festín. Solté el cuchillo y eché a correr. Corrí hacia la luz de la ciudad, corrí mientras los pulmones me ardían y el corazón me golpeaba el pecho, tan fuerte que parecía que iba a abrirse un hueco para salir. Huí como alma que lleva el diablo, empujé a la gente, tiré las papeleras. Seguía corriendo cuando el agente de policía me dio el alto, le embestí con el hombro y continué corriendo hasta que sentí el dolor de un músculo desgarrándose en pierna derecha. Entonces me detuve solo un segundo, tomé aliento y caminé arrastrando los pies como pude hasta la farola más cercana. Me cobijé bajo su luz mortecina y pasé allí el resto de la noche en vela.
Nunca supe por qué Howie hizo aquello, pero conozco a esos malditos Oscuros y tengo la certeza de que mi “supuesto amigo” me iba a traicionar. Yo me jugué la vida por él y resulta que me había conducido a una trampa. Claro, con aquel aspecto, ¿como podía ser humano? No se en qué demonios estaba pensando. Me pilló totalmente desprevenido, estaba con ellos, ese cabrón. Me engañó bien, pero se llevó lo que se merecía…
-¿Me estás escuchando? Oye, te lo agradezco pero mostrar un poco de interés también es importante ¿sabes?
Sí, te digo a ti, ¿te has quedado dormido debajo de esa capucha? ¡Espabila hombre!
Ni siquiera me has dicho tu nombre, vaya educación.
Vaya, estás tiritando, hace frío, ¿eh?
¿Te pasa algo? ¡Joder! Tranquilo, ¿Qué te pasa? ¡Te están dando convulsiones!
-hww… hwhw
-¿Qué dices?.. ¿Cómo? ¡Yago! Este tío está mal, ¡ven corre!, le pasa algo…
¡Yago!, ¡Yago!... ¿Qué te…? ¿QUÉ? ¡DIOS!, TUS… TUS OJOS...
-HOwwwie, mi nommbre ess...
HOwwwieeeeeaaAHAHAJAJAaa…
|