Si, carajo, eran otros tiempos, en los que se podía soñar que en el futuro las cosas serían mejor, en los que se podía medir el valor de los días como algo desechable; esos tiempos de ayer, sin un mañana vivido, sin un pasado doloroso. Ahora ya no existe el ayer, ni mis brazos, ni mis piernas; escribo estas limosnas con la boca, con una lapicito agarrado con los dientes como lo hacen las putas con las vergas de los que no pagan. Parezco un pavo de navidad, pero con vida y ganas de coger a una de esas nenas orgullosas que caminan en la ciudad y darle una reverenda y celestial culeada. Puedo presumir de que mi falo llega hasta el piso, y es cierto. Quince centímetros de verga, cero centímetros de patas. Gracias Dios mío, ya llegaré a estar frente a ti para poder decirte que... Mejor no digo nada, que con la mala onda que dios tiene conmigo, puede y haga que me mochen lo único que aún se me para con dignidad, mi preciosa amiga de quince centímetros... ¿Es esto un cuento o no? ¿No es cuento? ¿Te doy lástima? ¡Pues anda a chingar a tu madre!