Qué suerte la nuestra
de toparnos y estar ambos vivos,
y mejor aún,
de hastiarnos de la penumbra,
de andar buscando la salida.
Qué suerte la nuestra
de encontrarnos en una mirada perdida
y luego perdernos en la mirada encontrada,
compartiendo un silencio de mil palabras
y una telegráfica sonrisa.
Qué suerte la nuestra
de no llevar huellas por tanto soñar
y reconocernos por esas mismas huellas.
Qué suerte la nuestra
de ni siquiera saludarnos
y no querer despedirnos.
Qué muerte la nuestra,
de tragarnos la multitud,
permanecer vivos, solos,
y la salida que se aleja
cada vez más.
Texto agregado el 08-03-2004, y leído por 196
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
08-03-2004
es romantico el amor existe en algunos rincones maovelex
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