Nacemos casi ciegos, casi sordos, y a los gritos. ¿Por qué será que la mayoría nunca superamos esa situación y vivimos casi ciegos, casi sordos e intentando comunicarnos a los gritos? ¿Por qué será que algunos pocos poseen genio o talento o fortuna y llegan a ver, a escuchar y a utilizar el verbo en todas sus acepciones en algún momento de sus vidas? ¿Significará esto un mínimo avance en la escala evolutiva? Si sistemáticamente se impone la aplastante y cruda realidad de la injusta intervención de la selección natural, parecería más un retroceso que un avance. Un a pesar de... Y la llamada selección natural nos entregaría invariablemente al inevitable destino de casi estar, de casi ser.