El Aguijón (Prosa)
Fue tremendo el dolor y la sorpresa. No había escuchado el zumbido de la ABEJA a pesar de que estaba revoloteando muy cerca mío, debido a que todos mis sentidos estaban puestos en limpiar la CORBATA que aún tenía puesta y sobre la cual ,había caído un GRUMO de cuajada, porque había llegado con hambre de hacer unos trámites en el pueblo y me puse a merendar algo, cabe a mi viejo PIANO que de tan viejo y el poco uso que le daba tenía una hermosa TELARAÑA desde el teclado hasta los pedales, lo cual constituía un serio ESTORBO para quien quisiera usarlo de improviso. Tarde me di cuenta de la presencia de aquel insecto volador: ya me había clavado su aguijón e inoculado su ponzoña. A cualquiera que le pase algo similar, en general no suele ser más que una molestia pasajera, pero ocurre que soy alérgico a estas picaduras y vivo en el campo a media hora del pueblo más cercano. Corrió uno de mis hijos a buscar el antídoto que siempre tengo en el botiquín y e aquí que ¡estaba vencido desde hacía un año! Mientras mi párvulo partía presuroso al pueblo junto con el tractorista (el cual tardó un poco en ponerse en marcha, dado que debió desenganchar el arado y agregarle gas-oil a la máquina) en busca de un médico y el antialérgico, sentí los primeros síntomas: comencé a hincharme entero y luego, fatalmente, empezó a faltarme el aire, no podía respirar y... levanté vuelo.- Desde arriba vi que ya estaban llegando al pueblo. Era la hora de la siesta, la farmacia estaba cerrada .Había cerca, un local de cabinas telefónicas y de Internet y aterricé dentro de ella .La nenita que estaba chateando me vio y me hizo lugar yo le lleve la mano y le hice escribir, que dijera a la telefonista que llamara al farmacéutico avisándole que había una emergencia, que abriera la farmacia y también al Hospital del Pueblo pidiendo una ambulancia hasta la farmacia... Luego salí del "ciber".y vi como el farmacéutico atendía a mi hijo y al tractorista, como también, que llegaba la ambulancia, lo subían a mi pequeño con el antídoto y emprendían viaje en la misma hacia mi rancho a toda la velocidad que le permitía el polvoriento camino de tierra. Los seguí desde arriba, vi. cuando llegaron y comenzaron los trabajos de reanimación sobre mi cuerpo que ya estaba inerme. Mi curiosidad por observar lo que hacían, no me permitía descender. Hasta que mi hijo rompió a llorar. Eso me convenció que debía regresar y descendí...volví a respirar normalmente. Luego abrí los ojos, le extendí una mano a mi hijo y sonreímos al unísono.- Consulté con un parapsicólogo el fenómeno que había protagonizado .Luego de escucharme atentamente, me dio su opinión: la niñita que chateaba en el "ciber", era una pequeña pero poderosa médium. Ella salvó mi vida
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