Ante una hoja que espera impaciente, se posa mi última lágrima. Mientras mi mano crea fugaz el último trazo ... la dura despedida. Me voy, me estoy yendo. Y la transición comienza y mis pasos se aceleran para evitar la tentación del eterno retorno. Me voy, me estoy yendo. Hasta cuando las luces se apaguen, y sólo el buen cansancio me diga: es momento de volver a casa porque el silencio ... por fin espera ....... y el reposo ............... aun abriga.
Texto agregado el 03-06-2007, y leído por 179 visitantes. (2 votos)