vi el teléfono y marqué el número. respondió mi amiga. ¿está?, le pregunté. sí, sí está, respondió, ahorita te lo paso. esperé y mientras esperaba con el fono en la mano, pegado a mi oído, temblaba de no sé qué cosa... ¿sí?, escuché. buenas tardes señor, le dije, mi nombre es joe y escribo hace mucho, y, me gustaría entrar en un taller literario para mejorar mi técnica narrativa... esperé nuevamente, quizá fueron unos segundos, lo cierto es que el tipo, que era un gran escritor en mi país, me dijo que no era necesario entrar en un taller, es mejor entrar en un foro literario, de esos que abundan en web. callé, pues esperaba una invitación de parte de ese señor que tan solo veía en la tv y escuchaba por la radio, esa misma radio en la cual yo acudía a comprar cd de música clásica y que gratuitamente o suertudamente me hice amigo de la secretaria, la cual me comentó que conocía a este gran escritor que tenía su programa en su radio y que apenas llegara para presentar su programa, le comentaría mis ganas de conocerle y entrar en un taller de literatura. y allí estaba yo, hablando por teléfono con este señor que era mucho menor que yo, un vejete de mas de sesenta anos, mientras que este gran escritor apenas contaba con no mas de treinta, pero ya tenía premios internacionales, libros publicados, y programas por la radio y la tv. lo siento señor, pero debo de asistir a mi programa, disculpe, me dijo, y colgó. yo quedé con el fono en las manos pero no en el oído. le odié con toda mi alma y recordé su palabras llenas de malos olores y vibraciones: foros literarios. ¿qué será eso?, me cuestionaba y reflexionaba. colgué el fono y volví a mi mesa de lectura y escritura. estaba furioso, pues me sentía un tío con talento para escribir, pero, acababa de ser rechazado por uno que sabe mas que yo. me indigné y juré nunca mas vería ni escucharía sus programas. cogí mi libro y leí por varias horas, luego, sentí ganas de salir a la calle. me bañé y salí. entré a un bar y pedí una cerveza. a mi lado había una chica de no mas de treinta años. la miré y ella me miró. soy viejo, pensé. ¿que esperará de mí?, por supuesto, dinero, el vil metal... la volví a mirar y la invité a acercarme. sonrió y asintió como las mujeres saben hacerlo. me levanté y me senté a su lado. ¿si?, preguntó medio extrañada e incomoda. ¿le invitó una cerveza?. no, no gracias, estoy esperando a un amigo, dijo. miré hacia otro lado y sentí de nuevo esas palabras extrañas: foro literario, ¿qué será eso?, ¿un lugar para los rechazados?, ¿avernos anárquicos?, ¿almas solitarias y con sueños de éxito o reconocimiento, que no es lo mismo?... me levanté y antes miré al mozo, se reía. pude ver y palpar su pensamiento: un fracasado... caminé hacia mi mesa y cogí un lapicero. llamé al barman y le pedí papel en blanco, escribí: foro literario. lo escribí muchas veces hasta que escuché unas palabras en mi interior que se repetían como un eco en mi caverna interior. y esas palabras eran: vellos, vellosidades de perro o de mujer muerta de susto por los ladridos de los perros angustiados por sexo, por hambre o porque eran perros con ganas de ladrar y ladraron y se revolcaron frente a un viejo que vagabundeaba por allí, sin dejar que este dijera ay, nada, tan solo le olieron su miedo, su soledad y se burlaron de este al orinarle como si fuese una mierda mas, o un árbol viejo a punto de caerse de tanto mearle... me gustó la idea y sin saber cómo ni cuándo ni porqué, había escrito un sentimiento ajeno a todos los míos. miré mi reloj y habían pasado mas de dos horas. miré a mi lado y dos parejas de muchachos con sus chicas no cesaban de besuquearse y manosearse. sentí ganas de mujer, de sexo. mi pene se puso enhiesto, duro y alegre como la cola de un perro mirando a su amo. mejor escribo, me dije, y escribí: foro literario... es raro, pero eso escribí y lo repetí como un mantra. y cuando dejé de escribir, llamé al mozo y pagué mi cuenta. salía con todos mis papeles escritos y mientras caminaba hacia mi casa, leí todo. fue gracioso pues me pareció que yo jamás lo había escrito, pero fui yo y me gustó lo escrito. eso de los perros, el anciano, los olores, los árboles viejos y meados, etc. me gustó. llegué a mi casa y encendí las luces. leí nuevamente lo escrito y lo eché a un lado de mi escritorio. cogí un fósforo y lo quemé todo, todo, todo... todo, menos una hoja escrita que decía: foro literario. lo guardé y me fui o traté de dormir, si es que podía. lo conseguí con mucho esfuerzo, contando en vez de ovejitas, palabras: foros literarios, foros literarios, foros literarios... luego, cuando el crimen o locura estuvo consumado, y sin dejar una sola huella, dormí como un perro callejero, o esos borrachos en el río, pensando en cosas bonitas, o en una mujer para poseerla, y mientras soñaba en todo eso, tuve dulces erecciones, mientras bellas imágenes flotaban por mi inconciencia...
san isidro, junio de 2007
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