Las hojas marchitas crujían con sus pisadas. Los árboles roñosos miraban sus pasos y habrían camino a ese hombre, que cargaba en su espalda, a su amada mujer herida.
Desesperado, agitaba su pecho, con sus viejas manos, esperando que ella solo volviera a respirar. Le decía al oído, frases de aliento.// El viento no dejaba de cantar lamentos de agonía. Ella en sus delirios, solo mira al hombre que la cargaba.
En sus años de vida, siempre había sido generosa, los chocolates de menta, eran sus favoritos. Ahora su piel roída por la vida, solo mostraba la decadencia en persona.
De la gruma se asomaba la luz, que abría el camino sombrío, donde se encontraban.
Más haya, la figura de una dama joven los esperaba. El anciano agradecido, le pedía ayuda a gritos.
La joven dama, los acogía en su morada. / Las manos del anciano frías aún, no dejaban de acaricia al amor de su vida, que ya casi no respiraba.
La dama curaba sus heridas profundas, hechas por un mal mortal humano.
Lento fue el proceso de agonía, hasta que finalmente descanso. !
Había un silencio total en el bosque, el viento ya no era viento. Solo la luna se posaba, y los acompañaba.
La anciana descansaba en los brazos de su amor. El triste, solo la abrazaba y lloraba su muerte.
Con los ojos llorosos, ...ya amanecía. Sin saber que “ella” el amor de su vida, lo esperaba a su lado. “Ella ..su alma”, lo tomo de los hombros y, con un beso profundo, el anciano cerro sus ojos, para no despertar jamás.
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