odio el tiempo que vuela, quisiera detenerlo y volver hacer las cosas nuevamente, cometer menos errores, complacerme, ser feliz mas tiempo... pero, uno ve cómo se pasa el tiempo y se dice que es un soñador. hace muchos años, tendría treinta, el menor de mis hijos, me dijo: papá, ¿por qué tengo que ser niño?. le miré a los ojos y le dije que es inevitable, todos pasamos por eso, y que muy pronto verá que el tiempo lo borra todo... mi hijo me miró, alzó los ojos y me dijo que no entendía. se dio media vuelta y se fue con sus juguetes a jugar por un rincón de la casa. aquella noche, estaba echado en la cama con mi mujer y esta me dijo otra cosa: mis senos se están cayendo. es inevitable, le dije, mírame, señalándome la cabeza, tengo menos pelo y muy pronto mi cabeza estará con un poco de vellosidades blancas... ¡odio el tiempo!, me gritó al oído. la abracé y se puso a llorar. no te preocupes, le dije, todo pasa, algún día ni tu ni yo estaremos, ya lo verás... pero, eso sí, habrá otras personas en una cama preguntándose, casi, las mismas cosas que nosotros y ello tendrá que ver con el tiempo. mi mujer me miró a los ojos y sonrió, luego, me dio un beso como nunca antes me lo había dado, y lo volvió hacer hasta que la besé con ternura e hicimos el amor... aquella noche, no pude dormir. la vi a mi esposa, dormida. me levanté sin que se diera cuenta y caminé hacia la terraza de la casa. la noche estaba con una luna muy grande y muy plateada, casi mágica. miré mi reloj y este no cesaba de moverse. miré hacia el cielo y pude escuchar el sonido de un avión, luego, los ladridos de un perro, un auto pasando por las calles. me gustó lo que observaba cuando vi una pequeña plantita en un rincón de la terraza. me dio pena. la cogí y la limpié con un trapo húmedo que tenía cerca. toqué la tierra de la maceta y estaba bastante seca. fui con la maceta al baño y le eché un poco de agua. limpié la maceta, barrí la terraza. limpié las lunas de la terraza. enceré el piso, y con un trapo le saqué lustre. me gustaba lo que hacia, aunque fuera una locura, y cuando estaba rascando una cosa negra en un lugar del piso, observé que el día asomaba sus ojos sobre el mundo... de pronto, me di cuenta que había escapado del tiempo, no había estado en ningún lugar que no fuera la terraza, totalmente sumergido en ese espacio en donde pude ser muy feliz. terminé de limpiar la terraza cuando escuché que mi mujer se levantaba, medio dormida. la vi pasar por la sala, rascarse la barriga, peinarse con los dedos su pelo. tocar la puerta de mis tres hijos y entrar en la cocina. la seguí. le toqué los hombros y le dije que la amaba. esta se volvió y me dio un beso en los labios. esta vez fue diferente. la sentí lejana, como soñando... la dejé y me fui a mi cuarto. me eché. cerré los ojos y el despertador sonó. hora de levantarse. me levanté, bañé, desayuné y llevé a mis tres hijos al colegio. estaba feliz. mientras salía de la casa, miré hacia la terraza y vi la macetita, con su flores encendidas y sin tiempo. me sentí una flor que se abre y cierra cuando va y viene el sol, y sin tiempo…
san isidro, mayo de 2007
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