Ganas de fumar un cigarrillo y luego apagarlo. No ternerlo en los labios ni medio segundo más.

Deseos de hacer el amor, para terminar al minuto, sin un orgasmo.

Querer dormir, sabiendo que viene una terrible pesadilla. Deseando que vuelva el amanecer. Desesperadamente.

Tomar una bicicleta. La que usabas de niño. Subir y dar una vuelta, estrellándola contra unas matas.

Y se para el tiempo. Miras la bicicleta mientras llueve, mientras sale el sol, viendo como se oxida, como envejece.

Ir caminando lejos para pensar sólo en volver. Sólo regresar...

Sí, ganas de escribir, demasiadas, para terminar luego borrándolo todo. No dejar rastros de esta excepción.

Esa es la palabra. Vivir en permanente Estado de Excepción, de Sitio, de Emergencia y con Toque de Queda.

Es que cuando se van las ganas sólo te puedes mover por imposición, por dictadura.

En verdad amigos, creánme, esto sí que es no tener ganas de nada...es mejor darse un autogolpe y desaparecer...siempre y cuando me de la gana.