Cuando doble en las esquinas
los suspicaces que acechaban,
conservaron de mi cuerpo
nada más que los talones.
Al optar por devorarlos
y quizás compadecerlos
azogaron sin saber
mi presunta impertinencia
En ellos fui a cobrar
diez segundos de tu vida
y en ellos permití
abolir de tu entrepierna
moluscos inodoros
en su punto más caliente.
Capaz que les doliese
esa muerte previsible
Texto agregado el 30-05-2007, y leído por 315
visitantes. (4 votos)