El chico rosa y el chico mariposa
Desde hace varios años la sexualidad ha sido para muchos algo indefinido, ya sea por inseguridades, por algún trauma, influencias o cultura. Por ejemplo; los griegos. Estos tenían una ambigüedad respecto a los sexos pues veían como normal el hecho de tener una relación con un hombre como con una mujer ya que a la mujer la veían más como un objeto reproductor. Para ellos la bisexualidad, la heterosexualidad y la homosexualidad eran lo mismo y parte de la vida cotidiana. En el caso de la influencia, esto puede venir por algún trauma, como por ejemplo; la ausencia de una autoridad masculina en un hogar, el maltrato físico por los padres, una violación, etc. En este caso, el individuo opta por ser más masculino o femenina (según el sexo), dejándose influenciar cada vez más por la moda, la actitud, el aspecto y la personalidad del individuo de sexo opuesto. A este individuo de falsa sexualidad se le denomina como gay, homosexual, marica, cabro o, como en este caso, el chico mariposa. El chico mariposa es el homosexual que hace de su vida un eterno escándalo y no puede vivir sin llamar la atención hasta de las maneras más grotescas.
El chico mariposa tiende a llegar a extremos inauditos pues al intentar parecerse a una mujer llegan a desformarse más que convertirse. Este individuo usa atuendos exagerados como una mini falda demasiado corta, un polo despampanante (que normalmente no le queda bien), unos zapatos de tacos extremadamente altos, un peinado estrépito de color o colores aberrantes, un maquillaje atroz y, para colmo, en muchos casos hasta se ponen senos falsos ya sean de silicona como un par de almohadas. Este chico mariposa más que gay, es un completo travesti. En otros casos, son más discretos pero al tener la costumbre de ser más cuidadosos con su imagen, su actitud, su inevitable coquetería y su apariencia afeminada; es delatado por si solo.
Por otro lado, tenemos al chico rosa. Este chico es el muy conocido metro sexual, o “el gran amante” como llamarían otros. Este “gran amante” también vive pendiente de su apariencia, sus modales, sus habilidades y su coqueta sensualidad. El chico rosa tiende a ser muy elegante, siempre está al tanto de la moda, es muy educado, culto, tiene las habilidades que toda mujer desea que tenga el hombre perfecto, como cocinar, lavar, planchar, ser ordenado, atento y muy engreidor; pero sobretodo es un infalible seductor, cuando pone la mira en una presa su persistencia es indefinible con tal de cazarla.
El problema con este “hombre perfecto” es que tiene un estereotipo muy diferente al del hombre “normal” que por la sociedad es costumbre definirlo como un individuo descuidado, no muy atento ni afanado por su apariencia y sobretodo escaso de cualquier habilidad doméstica; este es el estereotipo del llamado macho de verdad. Por este hecho es que el chico rosa es tan discriminado por el sexo masculino pues al tener cualidades distintas a estos tienden a ser confundidos por chicos mariposas, sin necesidad de que lo sean.
Hoy en día, a pesar de que mucha gente ya está empezando a aceptar tanto al chico rosa como al chico mariposa, la mayoría sigue discriminándolos, ya sea por alguna inseguridad sexual o por una mentalidad arcaica. Sin embargo, la libertad es un derecho del ser humano y el respeto también. La gente tiene la costumbre de discriminar ciertos aspectos cuando a escondidas también tienden a tenerlos, por ende, la causa de tanta discriminación hacia el chico mariposa puede ser también por un resentimiento de si mismo, o, en el caso del chico rosa, los celos de que las mujeres se sientan tan atraídas a este chico tan dedicado a estudiarlas y, así, cumplir sus más anhelados deseos. La pregunta es ¿Quiénes somos nosotros para juzgar? Algunos toman como excusa la religión, sin embargo, ni siquiera son religiosos. Ante tanto alboroto solo me queda decir “A palabras necias, oídos sordos”.
La vida es un largo camino formado por cada individuo, nadie es igual a nadie, nadie piensa igual que nadie. Cuando alguien pueda afirmar y sustentar sus críticas respecto al tema y demostrar que no es verdad que nadie conoce realmente a nadie, pues será un líder y tendrá la aprobación hasta de los más prestigiosos intelectuales. Pero mientras esto no suceda, tienen el deber de reservarse sus opiniones sobre vidas ajenas; recuerden que todos tenemos valiosos sentimientos que no tienen por qué sufrir por otros malos pensamientos. A caso ¿Le gustaría que le hagan lo mismo a usted mi querido lector? Piénselo.
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