Las matemáticas nunca se me dieron bien. Las odiaba con toda mi alma y la vida se encargó de aseverarme lo nocivas que han sido conmigo. A duras penas aprendí a sumar y esa operación no fue para nada beneficiosa. Sumé fracasos, deudas y años. Quise cambiar eso y se multiplicaron mis problemas, mi familia se dividió irremediablemente y lo que queda es una resta de mi mismo. Como dije, las matemáticas me han sido nefastas. Algunos dirán que son indispensables para desempeñarnos en la vida. Pero para mí, han sido nada más que un golpe de mandoble que hoy me tiene al borde del colapso. Espero que en el más allá, sólo se conjuguen las operaciones algebraicas, tan locas y tan sin asunto como lo soy yo mismo…