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El espectador y sus misteriosas musas

El espectador de la interacción escondida de musas empedernidas. Soy la brusca seriedad de la cruda realidad. Mi irrealidad me calma el alma. Mis musas cantan en silencio y viven su propia claridad a quienes amo por inspiración de su vigor apasionable. Ando paseando como invisible al corazón, como la muerte mitológica hacia sus ojos ardientemente esperanzados. Hay de mis musas! tienen tan poco de parecido y tanto en común. Sólo necesito mirarlas para sufrir la represión de los sentimientos, de los suyos y de los míos. Todos juntos pero un par separado por un contrato proveniente de la tinta del tiempo y el constante acercamiento al provenir del relativo absolutismo. Suena incoherentemente coherente. Se preguntará el lector ¿por qué son tan confusas mi contradicciones? pues porque como la simple simplicidad lo dice y demuestra...este lenguaje mío puede ser llamado metafórico pero es mi castellano, es mi lengua natal y virus contagioso a cualquier otra lengua extranjera introducida en mi vocabulario. Pero solo expresa una cosa mi frialdad hacia mis verdades, hacia mi honestidad, mis creencias e ideologías. Las respuestas no serán encontradas pues al mismo tiempo que vuelan por ahí perdidamente enamoradas, están más cerca de lo que uno cree.

Hago el papel del confidente, un papel nuevo pero más que interesante, mucho más que importante. Siempre esperé mucho de mis misteriosamente esplendorosas musas pero nunca tanto. Como me hierve la sangre cada vez que recuerdo aquella noche de frías y calurosas cervezas en plena civilizada naturaleza, cuando mis musas entre risas le dieron un sentido más a mi vida, una razón más por la cual no ser egoísta y cuidarme de no morir, de ser cautelosa ante mis caudalosas tormentas de interminable locura inaceptablemente aceptable.

¡Que lindo! que impresionante belleza que se encuentra en la forma de vida de mis ángeles salvadores. Como viven esa verdadera mentira, disfrutan de ese asechante sufrimiento y se lanzan al concreto vacío de la perdición absoluta. Que tal inexistente existir! que tierna ternura en ojos ocultos dentro y fuera de lo evidente. Como las amo, ni se sabe cuánto. Como amo su situación, pues sí, aquí hay una problemáticamente compleja situación. Pero qué situación! Qué elegancia, qué rareza, qué simpleza. Qué paz y confianza entre 2 musas y una simple alma seguidora de sus pasiones, y atada discípula de sus acciones. Amenme? Cómo les voy a pedir eso, si yo ya estoy más que segura de que me aman más de lo imaginable como yo las amo a inmensos niveles más que impresionantes. Ese amor me obliga a dejarlas escaparse y perderse en la tenue luz de los ocasos que las abrigan y el cri cri de un grillo en la preciosamente tenebrosa noche. Pero, por qué tanto miedo al miedo dirá usted mi querido lector, pues por las sombras de los fantasmas que las persiguen. Esas repugnantes bestias las tienen atrapadas entre la espada y la pared haciendolas vivir una apasionante aunque al mismo tiempo tortuosa trayectoria, llena de agujas punteantes, cuchillos filudos y estacas en el corazón. Pero todo viene y va por algo, ya a mi también me vino y lo tuve que botar a petrificadas patadas pues no me querían dejar y me lograron hundir sin la más mínima piedad, no por parte de mi sabia madre inspiradora de mi mundo, mi exageradamente dulce mundo, si no por los nefastos juzgadores que quisieron jugar con ellas y con los que me rodean. Pero no me pudieron vencer, yo los sobre pasé. Por eso mismo, yo salvaré a mis alumbrantemente oscuras musas, las cuidaré como a mi vida, las doblaré y guardaré debajo de mi intocable almohada como si fueran el furor de mis sueños y los guardianes salvadores que son, las que me miran con tal aprecio que traición de sus partes es más que imposible, y de parte mía, totalmente inexistente en ningún mundo, planeta, universo, alma, corazón, vida, realidad, irrealidad, o lo que sea que se pueda sentir, amar y expresar.

Cada una tiene una belleza esencial, una atracción exitante y un aspecto singularmente especial. Oh mi musa! como me cuesta dejar de admirarte mientras duermes encima de las frescas sábanas de fin de verano. Esas tiernas piernas que se mueven entre sueños como si estuvieras bailando con el diabólico ángel de misterios inalcanzables. Oh mi musa! como puedo amar tanto la desesperantemente apacible música de tus risas, el brillo nato de tus pequeños ojos y la suavidad tan deseable de la tersa piel trigueña de tu rostro. Oh mi pequeña musa! como amo cuando le coqueteas a tu amante parecido y tus amantes escondidos entre misterios desconocidamente conocidos. Como los manipulas de la manera más indirectamente directa, pretendiendo ser más frágil que tu debilidad. Como engañas con pura verdad, como amas y das y das.

¡Oh mi musa preciosa! Como resistirme a tal palidez que me embriaga hasta navegar en lo más profundo de lo que es llamado tu ser. Esos ojos largos de intensas miradas que solo se dispersan entre tu amada y el espectador, sin ser compartidas hacia ninguna otra criatura. Como juegan esas bolitas perfectamente redondas de color marrón nítido que se mezclan con la suavidad extravagante de tus flameantes cabellos irremediablemente iguales que bailan como rojos flamencos en la encantadora España. Ese cuerpo tan esbelto y conmovido por la naturaleza, tan rígidamente volador entre las sombras más oscuras y las hadas más transparentes. Que insaciable sensación provocas con tus inevitables sonrisas coquetas y los inmensos llantos de tus expectantes risas. Evaluar cada una de tus interminables dimensiones es un vicio exasperantemente placentero pero dejarse llevar por tu alma somníferamente dominada es la mortalidad puesta a la contrariedad del aire y del viento. Como embeleces mi inexistente existir, tanto así que podría pasarme toda la eternidad solo mirando y observando tu increíble metamorfosis, pasión de mis pasiones.

Como querer escaparme de tal mezcla. Las dos musas de mi vida y mi esperada muerte, una razón más por la cual tener que soportar mi vivir. Son la combinación perfecta, anhelo de mis más entrañables deseos. Pero como juegan con los deseos, mueven sus fichas como si fueran la batidora de una exquisita masa de irresistiblemente ardientes y cristalinos amores inconclusos que brillan intensamente con los tímidos rayos lúcidamente lúgubres del sol, o mejor dicho, de nuestro rosa azulino sol. Con ustedes seguiré hasta el fin del mundo, hasta el fin de mi mundo, hasta el fin de cada mundo, y primordialmente en conjunto...hasta el fin de nuestro mundo. Gracias por ser la honestidad en bruto, la naturalidad deseable por mi corazón rotamente entero. Solo termino diciendo, posesionada por el efecto de mi fogoso café negro y mi interminable cigarrillo suicida que con mi entera solitaria soledad acompañada nunca habrá un nunca para la espectadora y su misteriosas musas.










Texto agregado el 30-05-2007, y leído por 180 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
31-05-2007 muy bien heavy
 
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