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Inicio / Cuenteros Locales / gabygaby / El espejo del hielo del norte captor de las estrellas

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Lloró y gritó y trató por mucho tiempo de encontrarle sentido a lo bizarro y se halló sola. Tomó sus posesiones y su esfuerzo dirigiendo su camino al norte helado más allá de prohibiciones y tristezas. El dolor la acosaba, compañía, infeliz ignoraba la advertencia que amistades pronunciaron con aprecio y recorrió desesperada la distancia.
En la tierra de las nieves y glaciares, hielo eterno, la esperaba una promesa de destierro, la esperaba con paciencia y prevenía. Esperaban la llegada de la joven despechada, se acercaba con el alma desgarrada. Y sin importarle nada, a montañas alejadas despobladas, se acercaba con el alma desgarrada.
De lo falso y de lo cierto perdió el hilo, y del mundo de los sueños ya no pudo distinguir la condición de su conciencia. De la lógica y la mística, la ciencia; de la falta de paciencia fue culpable y su sentencia fue encontrar lo que buscaba.
Una anciana extravagante, casi albina, tendió un guante, manos casi congeladas a la joven. Y a una especie de castillo congelado llevó pronto a la invitada involuntaria suplicante por ayuda, la llevó y ella pensaba que con suerte había corrido al encontrar a la mujer que la guiaba, la guiaba a un laberinto que su instinto por un fallo de impulsos animales no captaba.
Con historias similares compartieron los relatos de desdicha y sus vidas compararon. Y con muestras ancestrales de empatía pareciendo conmovida por la joven, la nívea anfitriona, de los muros de su hogar sacó un cristal.
Hecho del más puro hielo con solemnes gestos, ella; en espejo el cristal iba volviendo. Con cantos y con destellos, en el suelo bajo el cielo y con la aurora boreal, majestuoso brillo. Las estrellas titilaron de maneras tan perfectas, en el vidrio conjurado para ella y en lo alto se opacaron. Se atenuó en el firmamento la hermosura capturada en el espejo.
Ni la luna ni la aurora se escaparon, ni cometas ni planetas sospecharon los efectos tan siniestros mas después de ver su igual no eran los mismos. Seguían siendo y allí estando mas sus luces titilando eran más tenues, inferiores a un anillo.
Recorriendo su camino de regreso, del regalo agradecida; la ansiedad le impidió oír las condiciones. Nunca supo que el presente era riesgoso y su uso limitado a un solo día. Nunca supo que de usarlo y abusarlo, de tenerlo en un estante como adorno iba a complicarlo todo hasta el punto de llegar a no ser nada, hasta el punto de sentir la nieve helada aún en el desierto más caliente.
Sólo oyó que al verse en casos de emergencia cuando desesperaciones emotivas le cegaran, era la única manera de lograr salir airosa de sus llantos superando los quebrantos más agudos en su vida. Sólo oyó que mil problemas serían nada, la tristeza congelada con el alma de glaciares hechizados concentrados solamente para ella.
Y así pues, momentos tristes, eran tiempo de observarse embelesada y admirar por largos ratos su fachada reflejada; la carnada calculada por a quien nunca ella debió dar el estatus de hada. Cada vez menos sintiendo los dolores que aquél mundo le causaba con insultos y maltratos, y problemas de imposible solución que aparecían con gran frecuencia. Hacíase fuerte y resistente, la chica cuyas lágrimas errantes se volvieron tan escasas que pensó que era feliz por algún tiempo.
Hacíase dura e insensible, la joven de emociones arrancadas que una vez llegó hasta el norte persiguiendo una leyenda y buscando su destierro. Era fría como la luna lo aparenta, era rígida y violenta como un hierro, pero ya no le importaba. No sufría ni se afectaba ya por nada y por un tiempo ser feliz se imaginaba y en cristal embelesada se observaba.
Era igual a ella. Era igual a ella cual reflejo del espejo que de lejos parece confundir la realidad. Igual cual estrella gemela en el espacio, venida de universo paralelo para hacer enloquecer a los demás. Pero aún así sabía que no se perdería en la similitud superficial de sus rostros. Eran, en el fondo, diferentes y distintas, casi opuestas y debían convivir en un hogar.
Con sus manos estiradas jugaba a que tocaba el otro lado y su cara se opacaba como lo hizo el firmamento en el pasado aquella noche. Con sus ojos se veía tan fijamente que sentía que iba romper todo ese hielo, que iba a volver a ser la misma. No sentía dolor, ya no lloraba pero tampoco sonreía, no era feliz. Y por un tiempo aceptó que iba a ser así.
La mujer del otro lado del espejo sonreía y su mirada tenía brillo, se sentía más real el mundo del reflejo y el que en vida ocurría era sin sentido, era una gran rutina y una lucha, una pelea, un dolor y un conflicto. Y ella no podía gritar, ni su llanto derramar, ni siquiera podía ya fruncir el ceño. Estirada y amargada como víctima de un eterno mal sueño, deambulaba por caminos y en lugares no muy públicos sacaba; el espejo condenado que cargaba siempre a un lado, y del cual se volvió adicta y se observaba.
Y comenzó a darse cuenta, que su vida sin mirarse no era vida. Que las acciones cometidas y los pasos caminados sólo eran si también del otro lado. Y comenzó a imaginar una teoría que por más que intentó de su cabeza eliminar se hacía más fuerte.
Si esa, la que está del otro lado; la que ríe, la que suspira, la que llora y la que muestra tanta vida es tan parecida a mí que me supera, y yo sólo soy y sólo estoy cuando está ella… ¿No será tal vez entonces que mi dependencia es sólo consecuencia de dejar en mi reflejo mi conciencia, mi inocencia y mi salud?
¿No será tal vez entonces que di todo; poco a poco di mi esencia a mi reflejo y ahora es ella la que vive y la que siente y yo la que está atrapada en el espejo?
Mientras iba maquinando su premisa y caminando compulsiva y paranoica por la plaza, observaba sus dos ojos y su cara en las ventanas, en los vidrios y hasta en charcos esperando una respuesta positiva que le diera algún indicio de estar viva y de ser la verdadera, no la copia. Mas siempre terminaba descubriendo más alegre y más genuino al otro lado. Resignada aceptó al fin lo mucho que se había equivocado y con ánimos muy neutros, el resto de su vida convivió del quieto lado del reflejo, del lado atenuado e irreal y de textos que se leen al revés, donde Alicia jugaba al ajedrez con las reinas taimadas. Donde reinas malvadas de los cuentos de hadas, buscaban futurísticos consejos.

Texto agregado el 30-05-2007, y leído por 374 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
14-06-2007 Que hermosura, tu cuento me encantó, tiene una profundidad enorme y dice tantas cosas para recordrse. En algún momento recuerda un poco un relato de Borges que leí hace años. Pensaré en este cuento hoy antes de dormir. valens
03-06-2007 Interesante tu cuento. Tiene magia, sabes manejar la tensiòn para atrapar al lector al filo de la silla y no le permites levantarse de la compu Hasta que el relato ya terminò. Bien Jazzista
01-06-2007 Tu cuento es bello. Está muy bien escrito, primero en prosa y después ya no, para poderlo explicar mejor. Tienes una gran imaginación. Felicidades. FENIXABSOLUTO
30-05-2007 Fantasioso tu relato, me gustó. galadrielle
30-05-2007 lo primero que tendrías que hacer sería romper todos los espejos y darle patadas a los charcos así no permitírias que un reflejo te enseñe que es más bueno que tú. sabes en el momento que ella acepta eso y se rinde se va apagando lentamente así que no lo permitas por que ningún reflejo puede superarnos. me gustó mil besos mágicos hadaa
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