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PREHISTORIA


El Sol se desperezaba sacudiéndose las últimas sombras de la noche.
Clara se levantó de la cama, dio un beso a su marido que continuó acostado. La mudanza del día anterior les abría las puertas a un nuevo capítulo en sus vidas. Las cajas de cartón poblaban cualquier rincón de la amplia vivienda.
Con el cambio de piso habían ganado algo más de quince metros y también se dieron cuenta que tenían muchas más cosas de las que se pensaban. El tiempo hace que acumules trastos de dudosa utilidad, pero también te premia con bellos recuerdos.

Clara se puso a ordenar el contenido de una de las muchas cajas de cartón en las que ponía su nombre con rotulador rojo. Una hoja escrita rozó las yemas de sus dedos.


Luz tenue y acogedora,
luz de velas y quinqués.

Al leer las primeras palabras de un poema que su chico le había regalado hacía algunos años, se le ocurrió algo. Buscó dentro de otra de sus cajas hasta encontrar dos quinqués y dos velas. En el cuarto más oscuro de la casa encendió las velas y los quinqués, apagó la luz eléctrica y cerró la puerta continuando así con la lectura interrumpida…


Mezcla de agradables olores,
de vainilla de flores de café.
Música armoniosa, suave,
música para amar,
que te envuelve y te transporta
a lugares sin igual,
donde increíbles paisajes
esperan tu llegada,
esperan tu mirada,
y únicos manjares
de inexpresables sabores
esperan ser degustados
por alguien como tú,
tan agradable.
Todos son ingredientes insuficientes
para cocinar mi amor por ti.
Tú mereces eso y mucho más.
Te mereces la luz de mis ojos.
Te mereces mi olor a canela.
Te mereces mi voz de señor.
Te mereces mi tacto caliente,
pero yo ¿te merezco?
Vista, olfato, tacto, oído, gusto
¿Qué sentido tienen sin ti?
Luz, flores, música, terciopelo
¿Qué sentido tienen sin ti?
Son ingredientes insuficientes
si tú no estás conmigo.
Gracias por tu amor, cariño.

Al terminar de leer el poema varias lágrimas se precipitaron desde el suelo de sus ojos hasta el cielo de su boca. Una sonrisa apenas perceptible en su rostro le hacía cosquillas en sus recuerdos. Sopló la llama de las velas, encendió la luz eléctrica y apagó la de los quinqués. Guardó el poema y se dirigió al cuarto de matrimonio en el que su marido, estirado en la cama, miraba al techo de la habitación mientras escuchaba música. Clara pronto adivinó que el tema que sonaba era una de las canciones pertenecientes al disco que un día les unió. Se tumbó en la cama.

-Que bonitos fueron aquellos días recordados ahora desde la distancia. La de sueños que teníamos y lo jóvenes que éramos. Algunos se han cumplido, otros… ¿En qué piensas? –Le preguntó entonces.
-En cuando escuchábamos este disco y también en un cuadro. -Contestó él-
-¿En un cuadro? ¿A que cuadro te refieres?
-Ahora no recuerdo ni el nombre del cuadro, ni quien lo pintó. Es aquel en el que un artista dibuja un paisaje, pero cuando cree haberlo terminado se da cuenta de que al cuadro le falta algo, le falta él pintando el cuadro. Entonces se dibuja dibujando el paisaje. Se da cuenta al terminarlo que al cuadro le sigue faltando algo. Le falta él pintando el cuadro de él pintando el paisaje.
-No encuentro la relación que tiene el tema del pintor con el escuchar esta música.
-Pues la tiene. Al cerrar los ojos nos he visto escuchando la música cuando teníamos quince años, pero ahora tenemos treinta. Quizás a los cincuenta recordemos cuando a los treinta recordábamos los quince.
-Ahora lo entiendo ¿Me estás diciendo que dentro de unos años recordaremos el día de hoy? Es curioso e interesante a la vez.
-Creo que tendríamos que hacer algo para que cuando dentro de unos años nos pongamos de nuevo a meditar sobre lo hecho en este nuevo periodo estemos orgullosos de lo realizado.
-¿Espero que no te refieras a pintar un cuadro? Con lo mal que lo haces…
-No, pero no andas desencaminada.
-¿Tiene que ver con el arte?
-Puede…
-No piensas decirme en que estás pensando ¿Verdad?
-Espera a la noche.
-¿Tanto?
-No queda tanto, sólo unas horas.
-Esperaré, que remedio me toca.



La noche llegó. Se vistió de sombras, se desnudó de luz.
Sus cuerpos se unieron. A los nueve meses una obra de arte vio la luz, tú.
Esa es la prehistoria de tu historia. Tu historia la escribes tú cada día. Y colorín colorado esta historia queda en tus manos ¿Se sació tu curiosidad?
-¿Qué quiere decir sació? –Le preguntó su hijo.
-Busca saciar en el diccionario.
-¿Por qué me lo has explicado como si las personas que me hicieron no fueseis vosotros?
-Porque te lo he querido contar como si fuese un cuento, aunque es más verdad que un templo.
-Me ha gustado saberlo. Voy a por el diccionario.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ

Texto agregado el 29-05-2007, y leído por 2577 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
25-06-2007 precioso cuento que toca la fibra mas sensible... luzyalegria
 
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