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hacia mí viene la lejanía perfilada de encofrados de hormigón armado en hojas cuadriculadas. poco sabía de la masa transversal, del movimiento zigzagueante del pliegue eterno que dedicaba un par de minutos en buscar con el lápiz cero.nueve asomado en el borde semi áspero de un papel mantequilla nuevo sin doblar. desde la mesa de luz iluminando la superficie fría del trabajo a las cuatro de la mañana esbozando alguna angulación con algún símbolo de habitabilidad. tres plantas, secciones a destajo y todas las vistas de fachada que se tenga a mano señalando la direccionalidad de la luz solar. no someter la habitabilidad al pliegue
al fondo, un modelo encastrado de cartón evocando alguna topografía menos cercana que cualquier realidad distante. nivel de cota, pendiente leve. una T que mira de reojo, aclamando la escuadra y el compás en mano.
no hablo de longitudes ni de quiebres espontáneos fractalizando al gris del cartón. tampoco del papel cuché esperando por ser estampado con algún sedante de tinta magenta cyan negro. intentaba imaginarme cada vez que podía el hundimiento y la proyección de cada ángulo del muro fugándose hacia la quebrada precodrillerana. ¿será el tiempo vertical, acaso? ¿la soledad horizontal que envuelve las horas en estos cuatro muros, con dos vanos, uno frente a otro, respectivamente? ¿será la asimetría, la estética "eisenmaniana", la que mueve mis dedos a cortar con el filo de una existencia caduca? me anestesio en el policarbonato y en el pegamento que deja huellas en las manos.
¿qué sensación es aquella, la de la vastedad y la fisicidad del gozo en esta taza de café que no me sirve de nada? ¿qué actitud es esa de caminar sostenida al asfalto emulsionado por los pies, con la pupila arriba dedicada a la morfología circundante de esto que se dice ser mi ciudad?
posiblemente la respuesta a tanta condición delirante la obtenga en cuanto este cráneo descanse sobre un almohadón. |
Texto agregado el 28-05-2007, y leído por 233
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Lectores Opinan |
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28-05-2007 |
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Lamento que mi ejercicio pseudo-objetivista te cayera tan pesado. No obstante, aquí estoy, con la expectativa de una perspectiva (perdón por la asonancia) un tanto más digna que la mía. Mas, después de haber leído, sigo extrañando la periferia, aquella de postes torcidos y cables caídos. Y,sobre todo, los niños; los niños jaladores de tolueno que, en tu ciudad, parecen tener una sensibilidad especial para conmoverse con D.Ellington y M.Davis. De todas maneras celebro la parodia, más precisamente, aquella nueva versión, que viene a revelarnos, a completar lo que no pudo ser en el original: "Lo Otro". De no ser así, estaríamos siempre en el mismo lugar. Al fin y al cabo, la literatura es una eterna re-escritura.
Un dato curioso: La inteligencia y la respiración que se advierte en tu prosa... no sé, me resulta un tanto familiar.
Atte: Desde mi indigno cubículo que, ciertamente, te sorprendería conocer. estephario |
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