Cuando el sol nos regalaba sus rayos, que despiertan flores, regocijan animales y alegran niños. Se desarrollaba un pequeño partido de fútbol en una calle marginal cerca al mar.
Pepe, Pepe. Se oía la agitada voz de las porristas.
Gooooooooool-decía el escandaloso arbitro al público.
La competencia daba ánimos parecía la segunda guerra mundial por los gritos y sonidos de la gente. Al terminar el emocionante partido, todos felicitaron con alegría a Pepe por la gran victoria que hizo.
Al paso de los demás aventurosos días a Pepe lo llamaron: “Pepe Augusto el rey del fútbol”. Pasaron 5 años volando, el pequeño Pepe había crecido y ya tenia 15, pero el seguía con su deseo de continuar jugando fútbol.
Un día al acercarse la final del partido de fútbol escolar, Pepe seria capitán, lamentablemente una piedra que arruinaría su vida y su carrera es puesta en el campo. Al correr el intrépido de Pepe miserablemente se cae de cabeza en el invencible suelo .Una bulla tremenda corre en el campo de juego, pero Pepe no se levantaba.
Al despertar Pepe, tenía una venda en los ojos, el hambre de la oscuridad lo tragaba imperdonablemente, se escuchaba los murmullos de su madre y el doctor que decía:
-Señora lamentablemente su hijo se quedara ciego por el golpe que se dio en la cabeza.
Al escuchar Pepe la conversación se metía en un gran futuro que el no quería estar.
Ahora Pepe tiene 42 años, perdió los ojos, pero nunca las esperanzas de perder su amor por el fútbol.