A eso de las cuatro de la tarde el cielo se empezó a poner bien negro, tronaban rayos y el aire empezó a correr mucho, y fue algo muy raro, por que todo el día había estado despejado y con sol. Y pues bueno, no nos extraño tanto por que últimamente el clima de la ciudad había estado bien raro, con eso del calentamiento global ahora llovía casi todos los días y hacia mucho frío y mucho calor todo el año.
La temperatura empezó a subir y a bajar de golpe; esto fue lo que ya se nos hizo sospechoso, así que le dije al jefe que pusiéramos el radio para escuchar las noticias, así lo hizo, y pues el locutor decía que había una descompensación térmica ambiental o algo así pero que a nivel mundial, y que muchos científicos, geólogos, físicos y demás estaban ya investigando las causas del siniestro, que había que mantener la calma y estar preparados para cualquier situación.
Luego de una hora las cosas no cambiaron mucho y había empezado a llover un poco. En el café había varios clientes que escuchaban atentamente todo lo que decía el de las noticias, y que no era nada nuevo cada vez, si no lo mismo; que pues no sabían a que se debía esto, que tal vez el sol o un rayo cósmico o cosas así. Y la gente compraba y compraba cafés y cocacolas para el susto o que por que el calor o el frío o no sé que más.
Y entonces yo estaba haciendo un capuchino bien cargado cuando al radio se le fue la señal y solo se escuchaba la estática, luego las luces empezaron a parpadear y el cielo tornaba y tronaba. Algunas personas se pusieron bien locas y gritaban y salieron corriendo y los niños lloraban y yo me quemé con el vapor de la máquina por que me distraje mucho. Luego que la luz regresa pero el radio sigue igual, con la estática.
Entonces se oye afuera la patrulla diciendo por el altavoz que todos tienen que ir a sus casas por que hay estado de alerta y la gente se pone más loca y salen corriendo, algunos sin pagar.
Yo le pregunto al jefe, que está bien pálido, sentado en una silla, que si nos vamos y el dice que si, que apaguemos todo y nos vallamos a nuestras casas. Así que le decimos a los clientes que quedan que ya se tienen que retirar y nos ponemos a apagar todo, y en eso se nos va como una hora. Se van todos y yo me quedo arreglando un poco, con Mary, y le pregunté que si tenia miedo y ella dijo que no, que pues vivió en la playa y le tocaron los huracanes y que por eso ya sabia como venían a veces las cosas con el clima. Yo le dije que a mi tampoco me daba mucho miedo por que yo había vivido en la selva unos años y el clima también era bien extremo, pero que no tanto como ese día.
Salimos del lugar como a las seis y media y ya estaba como de noche, ya no llovía pero no se veía ni un cachito del cielo, todo estaba bien negro. Acompañe a Mary a su casa que no estaba muy lejos del café, ahí salio su hermano bien preocupado y me dijo que si no quería quedarme, para que no estuviera solo, por que yo vivo solo en un piso y le dije que no era necesario, que gracias.
Me fui caminando y casi no había nadie en la calle, a veces pasaban coches pero casi no; todo estaba cerrado, hasta los mini súper de 24 horas, solo había patrullas diciendo que no saliera nadie de su casa hasta nuevo aviso, pero no explicaban nada. Una de las patrullas se me acerco, se bajó un policía y me pregunto que por qué no estaba en mi casa, le dije que ya iba para allá, entonces me preguntó dónde vivía y le dije que en el centro; le preguntó algo a su compañero que lo esperaba en la patrulla y éste le dijo que si, luego me dijo que subiera a la patrulla que ellos me llevaban. Subí y arranco la patrulla.
Ya casi llegábamos cunando empezó a tronar bien fuerte, salían rayos por todo el cielo y se volvió a ir la luz; luego empezó a temblar de a poquito el piso hasta que fue cada vez más fuerte, el policía hablo por el radio pero no se escuchaba nada, pura estática. Se paró el coche y pues los tres nos asustamos, los policías me dijeron que no me asustara, pero ellos estaban bien asustados. Uno de ellos se bajó de la patrulla y empezó a caminar, su compañero le dijo que regresara, pero no le hizo caso.
Volteo el policía y me dijo que no me moviera de ahí, entonces abrió la puerta se bajo y que empieza a caer un granizo bien fuerte, entonces se vuelve a meter corriendo a la patrulla bien espantado y me pregunta que si creo que en el Apocalipsis, en el fin del mundo, y le digo que pues no sé y me dice que él cree que ya está pasando, y luego que se pone bien pálido, y raro por que el señor era bien moreno, entonces empieza a temblar y a rezar en voz bajita, yo me doy cuenta que también ya me empiezo a entumir de que me estaba dando miedo, más porque solo se oía la estática del radio, el granizo y los aullidos de los perros como locos.
Luego que se para el granizo de golpe y cunado vemos el cielo esta bien lleno de estrellas rojas y amarillas «¡No chinues! ¡Pinche cinganda! ¡Puta madre!» empezó a gritar el policía y yo namás pele mucho los ojos y me empezó a doler la espalda de que se me encogían los músculos de tanto miedo. Regresó el compañero del policía corriendo y entró rápido al coche, que lo intenta arrancar pero no prende y no prende, estaba blanquísimo el señor y temblando peor que los dos que nos quedamos en el coche juntos, luego que se estampa contra el volante y entonces regresa la luz y claxon se suelta a sonar, pero el policía no se levanta del volante y ya no estaba temblando, su compañero que se había quedado conmigo en el coche lo levanta y le empieza a hablar, lo sacude pero nada. Le toma el pulso en el cuello y me dice gritando que está vivo que seguro solo se desmayo, entonces lo jala para el otro asiento y él se sienta en el volante. Prende el coche y arranca, pero nos vamos demasiado rápido y luego que el coche no da bien la vuelta por que todo el piso está bien lleno de granizo. Solo veo la cabeza del policía moverse como loca de un lado al otro y el cuerpo del otro inconciente pegarse al techo y los cristales volar por todos lados y las luces que dan vueltas y vueltas y luego me empieza a doler todo. Pues la patrulla se había dado la vuelta, me salgo arrastrando por una ventana rota y me asomo adelante para ver a los policías, y solo quedaba uno, el que venia manejando, volteado de cabeza. Lo jalo para afuera y luego me voy dando cuenta que estamos ya cerca de mi casa en una calle con varias bodegas y tiendas grandes.
Volteo al cielo y las luces siguen ahí pero como que otro tamaño. Miro al policía y lo sacudo, entonces abre los ojos «¡ahí sta! ¡párale!» me dice y entonces lo suelto, se agarra la cabeza y mira la patrulla. Entonces me pregunta por su compañero y le digo que no lo he visto, se para y me dice que no se siente bien, que nos vallamos de ahí. Empezamos a caminar yo le digo que nos vallamos a mi casa y me dice que a donde sea. Y pues buscamos un rato a su compañero y no lo vemos por ningún lado así que como seguíamos con miedo mejor nos fuimos de ahí.
Llevábamos un par de cuadras cuando se va la luz otra vez, y lo único que se ve son las luces del cielo, los perros chillan y chillan y luego de repente se callan. Dejando en el ambiente un maldito silencio bien feo, entonces el aire empieza a soplar, frío, muy frío.
El policía me agarra y me dice que no me separe, que ahí gente corriendo cerca, entonces saca su pistola y yo me agarro de su hombro, y siento que puede llegar alguien por la espalda, entonces me da un escalofrío en la espalda bien feo y me dan ganas de hacerme bolita en el piso y no saber nada de nada.
Volteo con todo mi valor pero no veo nada, todo esta tremendamente obscuro y no pienso voltear para arriba a las luces.
«¿Y como se llama usted?» me pregunta el policía con una voz que le tiembla «Me llamo Marco Herrera» le digo y me dice que él se llama Alejandro y que un gusto, pero casi ya no le escuche por que empezaba a hablar muy bajito. De repente, muy despacio empieza a verse un poco de luz en la calle, como cuando hay luna llena, de a poquito pero lo necesario para ver por dónde vamos.
Alejandro tiene la pistola en alto apuntando hacia donde vamos caminando y las manos le tiemblan. «n-n-no-no debería estar apuntando así» me dice; pero no lo deja de hacer.
Caminamos una cuadra más, cunado vemos pasar corriendo a un hombre altísimo al final de la calle, ambos damos un brinco, luego a mi se me congelan las piernas del miedo, siento mi corazón como un martillo y hasta siento que se puede escuchar desde lejos. Así que empiezo a respirar profundo, o hasta donde puedo.
«No sé ni por que tengo tanto miedo» me dice el policía, «la verdad no sé que está pasando, pero no es para esto, sólo nos dieron las ordenes de mandar a todos a sus casas y llevar a los que viremos en la calle a un lugar seguro, pero no nos dijeron ni…» Alejandro se calló cuando el suelo empezó a temblar una vez más, y el aire se paró de golpe; se escucharon unos vidrios quebrarse y un par de gritos de mujer a lo lejos, nos detuvimos «¿y ahora para donde?» me preguntó. Y le dije que para la izquierda y empezamos a caminar por la calle de mi casa. Y luego de eso empezó a dejar de temblar, miré arriba y ya no había luces. «Se me hace que ya se calmó esto» le digo al policía Alejandro, que ya estaba con la pistola abajo. «Eso espero» me dice.
Pero la luz no regresaba y había como un silencio bien raro. Además de la extraña luz que iluminaba todo sin que hubiera algo que la hiciera, solo estaba ahí como la luz de la ciudad reflejada en las nubes, pero no había luz de la ciudad ni reflejo de nubes.
Así que no me pude calmar, pero ya me era más fácil respirar. Entonces sentí de nuevo ese vacío en la espalda y me sentí observado, el miedo volvió y cerré los ojos. Caminamos un momento y luego sentí un jalón, Alejandro había salido corriendo con la pistola en alto, entro a una bodega que tenía la puerta abierta que estaba como una cuadra de distancia, hacia abajo de la calle. Me sentí terriblemente solo y el miedo se apoderó de mí. Me senté en la calle y empecé a temblar, me fui gateando hasta una pared cercana y me abrasé las piernas, entonces empecé a sentir un dolor terrible en el cuello y en una mano, seguramente por el accidente en la patrulla. Me quedé pensando en la invitación que me había hecho el hermano de Mary para quedarme en su casa y me sentí muy estupido de no haberla aceptado.
Después de unos minutos que parecieron horas, Alejandro no regresaba y yo seguía sin poder moverme, no sé si era el frío o el miedo, pero me sentía como un bloque de hielo.
Empecé a escuchar ruidos de voces y gritos en varias partes. Luego en la bodega un par de disparos. No me di cuenta cuando ya estaba corriendo hacia ahí. Entre a la bodega y tarde en acostumbrarme a la obscuridad. Pero poco a poco empecé a ver un techo laminado alto, muy alto y con una especie de tragaluces, unas máquinas, no sé que hacían, y luego algo aterrador, nunca en mi vida había sentido el terror, nunca me pude haber imaginado ver algo más horrible, no sé ni como poderlo describir; un… un hombre como de dos metros y medio de altura estaba parado ahí, en medio de todo, mirándome, estaba desnudo y sus ojos no eran humanos, dos enormes reflejos de luz en forma de almendra en su cara, alagados, un cuerpo delgado, brazos desproporcionalmente grandes, las piernas tenían la articulación de la rodilla hacia atrás; únicamente podía ver la silueta de esa cosa y sus ojos, clavados en mi, tenía un movimiento horrible, balanceándose casi imperceptiblemente, y «flotando», sin mover las piernas se empezó a acercar a mi. Yo traté de gritar, de moverme, de hacer algo, pero no podía hacer absolutamente nada, estaba congelado ahí. Mirando a aquel monstruo acercarse a mí lentamente, son mover las piernas, como si caminara sobre los dedos de sus pies. Con sus enormes ojos clavados en mi como dos enormes ojos de gato, brillando.
Entonces empezó a sonar la estática en mi cabeza, los pensamientos dejaron de ser pensamientos, había estática en mi cabeza.
Luego la realidad se apagó lentamente y empecé a recordar que «A eso de las cuatro de la tarde el cielo se empezó a poner bien negro, tronaban rayos y el aire empezó a correr mucho, y fue algo muy raro, por que todo el día había estado despejado y con sol…»
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