Desde su nacimiento, los videntes le han enseñado a 4 ciegos que deben adorar a un dios al cual no pueden(por lógica) ver. Estos ciegos realizan los rituales y rezos que los videntes les enseñan durante años, de devoción a su dios. Se les inculca que si los rituales se hacen adecuadamente sus súplicas serán escuchadas y dios se les manifestará en forma tangible y alcanzarán la “iluminación” y podrán hasta tocar a su amado dios. Durante mucho tiempo los ciegos realizan los ritos sagrados y finalmente se presenta la ocasión de encontrarse con dios. Sus guías espirituales les dan las indicaciones preparatorias para este encuentro; los videntes les dicen qué posición adoptar para sentir con sus manos el contacto con “el señor”. Al primero le dicen que deberá ascender por una escalera de seis peldaños; al segundo que deberá acercarse por el este con las manos extendidas; al tercero que tendrá que avanzar desde el poniente, también con los brazos extendidos hacia delante, y al cuarto que deberá avanzar desde el sur con los brazos cruzados y detenerse cuando le avisen.
Cada uno hace cuanto le indican, y estos devotos ciegos cuentan después con gran emoción sus experiencias místicas. El primero,(como los demás, con lágrimas en los ojos) dice que ha sentido “el aliento divino que resoplaba sobre su rostro” subido a la escalera de seis escalones, y que con una mano pudo palpar “como un manto suave y tibio que parecía latir”; el segundo, con sus manos extendidas percibió “como dos pilares vibrantes, suaves y cálidos, tan fuertes que parecían capaces de sostener el mundo”. El tercero, desde el poniente se detuvo al tocar “una superficie redondeada, con textura como de alfombra y con emanación de calor". Por último, el cuarto, desde el sur se detuvo cuando le ordenaron que lo hiciera con los brazos cruzados, contó “que sintió como un viento caliente acompañado de esporádicos zumbidos como si fueran espíritus malignos que ese viento quería espantar”.
Ninguno de los cuatro podía inferir, por carecer de experiencia previa, que el encuentro con dios tan esperado no era nada más que el hecho de haberse topado con…
una jirafa. El primero sintió el aliento del animal al subirse al sexto escalón; el segundo abrazó sus patas delanteras,”los pilares”; el tercero el abdomen desde el otro lado y el cuarto se acercó a la cola del animal, la cual producía viento al moverse intentando alejar a los tábanos zumbantes o “espíritus malignos”
¿Qué podemos decir de las cuatro experiencias místicas de los ciegos? Con fe y gran arrobamiento alabaron al “señor”(señora jirafa) y sus versiones fueron todas distintas respecto a la forma. A pesar de las distintas experiencias los ciegos siguieron amando a su dios en la forma que lo percibieron. En lo que todos coincidieron es que dios emanaba calor, y ése es el punto en común de todas las religiones, ya que el calor simboliza el amor independientemente de la forma de donde proviene. Dios tiene todas las formas, que sería lo mismo que decir que no tiene ninguna; Dios da calor y esa tibieza endulza el alma de todas las personas que tienen fe en su existencia. Varias preguntas surgirán de la experiencia:¿por qué nadie habló del olor de la jirafa?¿será que a Dios no se le deben atribuir defectos?¿por qué ninguno pidió verlo aunque sea unos segundos para saber cómo era, ya que Dios otorga milagros?¿tal vez porque no se creían merecedores del citado milagro o no les importaba ver, sólo sentir la proximidad y supuesta “iluminación”? Esta es una prueba del amor devocional, no carnal, del cual ninguno tuvo una noción de forma igual a la del otro. En definitiva, importa la fe, no la forma;importa la devoción, no el premio.
También esto nos demuestra que no es necesario ver para creer;”dichosos los que creen sin ver”es una frase común en la religión.
Concluyo diciendo que el mundo material es más que nada una ilusión de los sentidos; el amor puro no necesita de la forma, basta con la fe. En nuestra vida terrenal, la forma, la imagen, el ídolo, el ser carnal, son el sustento de nuestro amor filial, fraternal, maternal, etc. Pero sólo una parte es material; si cierras los ojos y dejas de ver a tus seres queridos¿dejas de quererlos? No. El amor usa como fuente lo visible, tangible en nuestra vida cotidiana, pero el substrato, la fuente fidedigna, es inmaterial.
El amor instintivo, que nace de la imagen, primigenio y tendiente a preservar la especie, es manejable por los espíritus avanzados; sostengo que el amor carnal debe ser, después de su asimilación instintiva, equilibrado, y su consecuente consumación, efecto y no causa de algo más elevado. El equilibrio se consigue “centrando” el amor en el medio; que no baje del cinto ni suba del cuello; que anide y crezca en el centro del corazón, sin ser sólo instintivo, y tampoco totalmente racional.
|