¡Tremendo beso le plantó en la boca a su querida esposa!. Cheo amaneció sonriente y alborozado con una energía increíble y pensó por un momento hacerle el amor a su querida negra, pero decidió contarle primero lo que había soñado. ¡Todavía se sentía empalagado!
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-¡Buenos días, mi negra!-
-Buenos días mi Cheo!-contestó la chica fascinada por el beso explosivo de su esposo
-Sabes mi negra,...¡Anoche soñé que me diste trescientos dos besos!-
-Otra vez con esos sueños tuyos tan extraños. ¿Cómo sabes que fueron trescientos dos?-
-¿Qué como lo sé señora mía?, pues los conté!, si.....¿Los conté toditos!. El primero me lo diste en la mejilla preludiando un tropel de afines. El segundo fue en la otra, dejándome un sabor dulce en mi piel y yo, tranquilo...y esperando el tercero, me decidí a contarlos!

La negra estaba fascinada por la locuacidad de su marido además, el beso candente que acababa de sortear, era una caricia iniciadora de una aventura más en la cama. Alababa la fecundidad de su oratoria, amén de su increíble imaginación. Sentía que lo amaba a pesar de todos sus defectos y digería con sabor a miel, todas sus ocurrencias, pues su fantasías eran muy acertadas y oportunas y le daban un toque romántico a todas sus pretensiones. “Vamos a ver con que viene ahora este hombre,” pensó para sus adentros

-Eso, ¡Solo se te ocurre a ti, mi amor!,..¡Contar trescientos dos besos!. Yo estoy de acuerdo con diez, doce o quizás una veintena, pero...¿Trescientos dos besos?.¡Eso es una exageración! ¡Te pasaste!-

-Pues, te diré que no-Cheo se recostó con sus brazos extendidos hacía atrás como tomando aire para continuar con su relato.
-Todavía recuerdo cuando llevabas veinte besos y ni idea de parar, pues estabas enardecida y frenética conjugando la pasión con el deseo en una oración de abrazos y caricias. Yo, abrumado por tantos besos, tan solo acertaba a enredarme en tu cabellera rubia para regocijarme en aromas tibios de tu voluptuoso cuerpo. Yo, como un delfín encantado y tu como odalisca hechizada en un reino desconocido para mi, te contoneabas y en ademanes desequilibrados me volvías loco, si... me tenias desquiciado matándome a besos y me envolvías como en una lujuriosa hipnosis cada vez que miraba ese lunar en tu nalga. Parecía que había descubierto el paraíso y cuando.........

-Te sales del cuarto Cheo y te me vas ahora mismo!- gritó desaforada la mujer en una suerte de arrebato y rabia desprendida de pronto -Primero no gozo de ninguna cabellera rubia porque tengo mi cabello como tu sabes, bien negro y ensortijado; Segundo, no tengo ningún voluptuoso cuerpo porque me tienes gorda de tanta comida chatarra que me traes cuando vienes con tu borrachera todas las noches y tercero no tengo ningún lunar en ninguna nalga, así que...te me sales del cuarto YA!-
-Pero mi amor, si tan solo es un sueño y .....- la negra no lo dejó hablar más y con gran furia le grito:
-Te sales inmediatamente de mi cuarto que no quiero verte ni oírte más!-

Cheo, decepcionado y frustrado por su mal habida lengua, se retiró a darse una ducha contando los números hasta cien, pero de atrás para adelante.