Se hizo de noche así de pronto, caminando como iba en mi paseo, pues el médico me recomendó dar todos los días un volteo. Y yo siempre llego a casa con el sol en lo alto, pero ese día no. Por eso dije Qué atardecer tan raro!, que la noche cayó sin darme yo cuenta. Luego un vecino me dijo, al verme llegar a casa Buena siesta se echó usted, don Remigio! Y entonces caí en la cuenta que me había dormido contando hojas de árbol. Qué lata esto de hacerse viejo.
Texto agregado el 26-05-2007, y leído por 96 visitantes. (3 votos)